James Bond es ucraniano
La Operación Telaraña ha supuesto una humillación para Rusia, porque llevarla a cabo exigió infiltrar agentes, camiones y drones hasta el mismo corazón del país sin ser detectados
Operación Telaraña: cómo Ucrania utilizó drones y 'software' de 2009 para destruir bombarderos estratégicos de Rusia
Rusia lanza un ataque masivo contra Ucrania en su primera respuesta a la ofensiva sorpresa de Kiev

Imágenes compartidas por el Gobierno ucraniano del ataque contra bombarderos rusos. / AP
Confieso mi admiración por los servicios secretos de Ucrania, el SSU (Servicio de Seguridad de Ucrania) y el GUR (Servicio de Inteligencia Militar) que, con la Operación Telaraña, acaban de dar un golpe espectacular que habría destruido hasta 41 aviones rusos capaces de ataques estratégicos de largo alcance, un tercio del total de los que dispone su Fuerza Aérea. Y además una humillación, porque llevar a cabo esta operación exigió infiltrar agentes, camiones y drones hasta el mismo corazón de Rusia sin ser detectados. Putin debe estar muy enfadado y con razón.
Estas cosas exigen imaginación, tiempo (se dice que año y medio) y sofisticados medios técnicos, y todos ellos se han puesto en juego con éxito para llevar unos camiones a cinco mil kilómetros de distancia de Ucrania cargados de casas de madera prefabricadas. Las casas tenían un falso techo que ocultaban 71 drones dotados de un sistema FVP de visión remota y programados con inteligencia artificial para identificar sus objetivos, sin necesidad de que agentes los operasen en las inmediaciones, algo importante para su propia seguridad.
Los chóferes rusos no sabían lo que llevaban. Los camiones se reunieron en un almacén en el mismo corazón de la Rusia profunda y desde allí continuaron viaje en dirección hacia lugares tan lejanos como Irkutsk, Riazan, Ivanovo y Murmansk. Por el camino, los conductores recibieron instrucciones telefónicas de detenerse en gasolineras o áreas de descanso próximas a los aeródromos que iban a ser atacados, como los de Olenya y Belaya. Una vez en ellas, los contenedores se abrieron y los drones salieron para orientarse ellos solos hacia las bases aéreas, reconocieron los aviones que eran su objetivo y se autodestruyeron impactando junto a sus depósitos de combustible para hacer el mayor daño posible. Al mismo tiempo también saltaban por los aires los camiones utilizados para el transporte. Y todo sin intervención humana sobre el terreno. Una operación redonda que, aunque no tenga influencia directa en la marcha de la invasión rusa, donde la aviación apenas se utiliza, ha debido subir la moral de los ucranianos, muy castigados en la guerra de desgaste que libra su país desde 2022, del mismo modo que ha debido bajársela a los rusos porque, además, les habrá hecho recordar el atentado con camión bomba (y luego más tarde, otro también con drones) contra el puente de Kerch que une Rusia con Crimea y que había sido inaugurado por Putin con mucha pompa tras la ocupación. Por no hablar del hundimiento con drones submarinos del crucero Moskva, estrella de la flota rusa del Mar Negro.
Lo ocurrido es grave porque, en esta operación, han sido destruidos bombarderos Tu-22 y Tu-95 que están diseñados para llevar armamento nuclear y la doctrina nuclear rusa permite el uso del arma nuclear cuando su territorio nacional es atacado o cuando lo son los propios arsenales nucleares. Si interpretan que estos aviones forman parte de esos arsenales en cuanto que son necesarios para la proyección del armamento nuclear, estaríamos ante un caso de libro que permitiría al Kremlin usar armas nucleares y no solo contra los atacantes sino también contra las potencias extranjeras que les apoyan. Eso es lo que dice su doctrina nuclear. Quizás por eso, el mismo día del ataque los norteamericanos telefonearon a los rusos para decirles que ni estaban informados del ataque ni tienen nada que ver con él... y no son muchos los paises que disponen de la inteligencia necesaria para hacer este tipo de operaciones. Putin le ha dicho a Trump que responderá. Veremos cómo.
Este ataque, que ha retumbado en los confines de Siberia, recuerda a otras brillantes operaciones de Inteligencia de los últimos tiempos como la destrucción en el fondo del Mar Báltico del gasoducto Nordstream que llevaba gas ruso a Alemania, que no ha sido reivindicada y que en su día dio lugar a muchas especulaciones aunque, finalmente, parece también atribuirse a los servicios ucranianos. Como también fue espectacular la que hizo estallar, al mismo tiempo y de manera sincronizada, centenares de buscas en la misma cara de militantes de Hizbulá, organización que quedó gravemente diezmada como resultado. Lograrlo exigió una larga preparación, años incluso, porque hubo que fabricarlos y lograr que Hizbulá los adquiriera (¿mediante sobornos?) y distribuyera entre sus mandos antes de hacerlos estallar. Los israelís no la han reivindicado pero... la realidad se parece cada vez más a la ficción.
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