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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Trump, Musk y Europa

El sonoro divorcio debilita a la administración republicana. En Europa, la extrema derecha quiere marginalizar al centro-derecha en Polonia y Holanda

Trump y Musk: crónica de un divorcio anunciado

El ultranacionalista Nawrocki gana las presidenciales de Polonia y pone al Gobierno de Tusk contra las cuerdas

Elon Musk y Donald Trump a bordo de un Tesla, el pasado 11 de marzo en la Casa Blanca.

Elon Musk y Donald Trump a bordo de un Tesla, el pasado 11 de marzo en la Casa Blanca. / AP

Catalunya se creyó -error- el centro del mundo. Ahora algunos, en Madrid, quizás piensan que los turbios manejos de Leire Díez y la negativa de Isabel Díaz Ayuso a escuchar en su lengua propia a Illa y Pradales en la Conferencia de Presidentes marcarán el futuro. Pero nos afectarán más los disruptivos hechos que suceden en Estados Unidos y en los países europeos.

En América, la noticia de la semana es que Donald Trump, el presidente mas poderoso del mundo, y Elon Musk, el hombre más rico que empujo su candidatura y donó 260 millones de dólares a su campaña, tuvieron el jueves un duro enfrentamiento que hace prever un divorcio tormentoso. Musk criticó con dureza la ley fiscal, que Trump glorifica como la BBB, “Big Beutiful Bill” (Una Gran y Hermosa Ley) que quiere que sea, junto a los aranceles, su gran legado. La BBB ha sido aprobada en el Cámara de Representantes por un solo voto cuando la mayoría republicana es de siete y tendrá problemas en el Senado, porque hay republicanos que creen que disparará el déficit al consolidar una gran rebaja de impuestos que no se compensa con una reducción suficiente de gastos. Y hay gastos sociales que se bajan (medicina) que los republicanos creen temerario reducir.

La gran mayoría de economistas, la Reserva Federal y la propia Oficina Presupuestaria del Congreso (no partidista) temen los peligros de la BBB. Y entonces Musk proclama que la ley es una “asquerosa abominación” y que los que la han votado lo saben. Pero los del MAGA, Peter Navarro y Steve Bannon, argumentan que los aranceles generarán tantos ingresos que el gran déficit americano -financiado por una gran y creciente deuda pública- desaparecerá. Y el profeta Bannon añade que habría que deportar a Musk, que nació en Sudáfrica. Trump reacciona colérico y dice que Musk está contra la ley porque acaba con las subvenciones (por falsos motivos ecológicos) a los coches eléctricos. Las acciones de Tesla caen en Wall Street un 14% (150.000 millones de dólares) y Musk replica que, sin él, Trump no habría ganado, que se arrepiente de haberle apoyado, que puede ayudar a un nuevo partido y -la guinda- que Trump está en la lista de pedófilos del famoso Epstein, un gran escándalo que llevó a la cárcel a algunos multimillonarios.

¿Qué efectos tendrá esta dura e inesperada gran trifulca interna sobre una administración que, en política internacional -Ucrania, Gaza-, tampoco está cosechando éxitos?

Mientras, en Europa la extrema derecha va conquistando posiciones. En Polonia, el país más potente del este europeo, el candidato de la extrema derecha, apoyado por Trump, ganó el domingo por la mínima (50,9% a 49,1%) al alcalde de Varsovia, el candidato liberal en las presidenciales. Donald Tusk, del PP europeo, seguirá gobernando al frente de una coalición algo contradictoria. Pero el presidente puede vetar muchas leyes, la derrota ha abierto grietas en la coalición de Tusk -algunos socios piden un “cambio de caballo”- y la extrema derecha, que gobernó ocho años hasta 2023- quiere hacerlo caer en unas elecciones adelantadas si no logra aprobar los presupuestos. Tusk, para reforzarse, se someterá a una moción de confianza.

Pero la extrema derecha ya ha propinado una fuerte patada al centro-derecha en un país clave de la UE. Y el eje París-Berlín-Varsovia sale debilitado ante Rusia. En Bruselas ha habido una discreta consternación.

Y en Holanda, país fundador de la UE, la extrema derecha también ataca al centro-derecha. Tras las últimas elecciones se acabó formando, once meses después, una difícil coalición de cuatro partidos. Tres de la derecha democrática más la extrema derecha de Wilders, que quedó primera en las elecciones. Se nombró jefe de gobierno a un alto funcionario porque los tres partidos moderados no admitían que Wilders fuera presidente. Pero ahora Wilders ha abandonado el Gobierno cuando sus socios no han apoyado medidas más duras contra la inmigración. Tendrá que haber elecciones anticipadas en octubre y -aunque los sondeos son confusos- Wilders cree que puede volverlas a ganar -y con más votos- haciendo de la inmigración el eje de la campaña.

En Holanda, como en Polonia, la extrema derecha quiere marginalizar al centro-derecha. ¿Sigue Feijóo lo que está pasando en Varsovia y en La Haya?  

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