Opinión | CORTO Y AL PIE
Gemma Martínez

Gemma Martínez

Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

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Tolerancia cero contra las faltas de ortografía en la selectividad

Estudiantes en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona estudiando para selectividad.

Estudiantes en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona estudiando para selectividad. / Jordi Otix

El maestro ha de ser un faro de conocimiento, un ejemplo moral y un facilitador del crecimiento personal de sus alumnos, como escribe el filósofo Josep Maria Esquirol en su ensayo La escuela del alma. Velar por el lenguaje y su correcta expresión escrita es una de las funciones de todo docente, con independencia de cuál sea su especialidad y de en qué etapa de la educación del alumno participe. Cabe recuperar esta reflexión después de que, a menos de una semana de las pruebas de acceso a la universidad, Catalunya se haya enredado con las faltas de ortografía. Estas, en contra de lo previsto, solo iban a penalizar, con un baremo específico, en las materias de lengua -catalán y castellano-.

El Govern justificó este cambio en las normas de corrección por la necesidad de simplificar una selectividad que este año ya incorpora muchos cambios en los modelos de exámenes y que inquieta a los alumnos. Las críticas fueron tan inmediatas y generalizadas que, 24 horas después del anuncio, llegó la rectificación. Las faltas descontarán ahora en seis asignaturas más, en las que se pide redactar textos largos. En el resto, queda a expensas del criterio del corrector. La norma, en todo caso, es menos exigente con la ortografía que las de otras comunidades autónomas, como Madrid. 

Estas idas y venidas introducen una confusión incomprensible e indefendible a menos de una semana de los exámenes y, además, despiertan interrogantes. ¿La flexibilización de las faltas de ortografía solo busca de verdad tranquilizar a los alumnos o también es una forma de disimular que los estudiantes no dominan la escritura de las lenguas, como tampoco parte de los profesores que tienen que corregir los exámenes y aplicar las penalizaciones? ¿La relajación de la norma no contribuye, por extensión, a que los estudiantes catalanes arañen unas décimas en sus notas que les permiten salir mejor parados en la comparativa con los resultados de otras autonomías menos laxas? La tolerancia con las faltas de ortografía -que debería ser cero y uniforme en todo el país- da que pensar y chirría. Seguro que los maestros de Esquirol están de acuerdo.

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