Opinión | En clave europea

Eliseo Oliveras

Nueva victoria ultra por descontento en Polonia

El ganador de las elecciones presidenciales de Polonia, Karol Nawrocki, tras conocer su victoria en las elecciones de este domingo.

El ganador de las elecciones presidenciales de Polonia, Karol Nawrocki, tras conocer su victoria en las elecciones de este domingo. / ANTONI BYSZEWSKI / ZUMA / EUROPA PRESS

El descontento por la desigualdad, la subida de precios, el retroceso en el empleo y las promesas incumplidas de la coalición gubernamental proeuropeísta en Polonia dio la victoria a la oposición ultraderechista en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 1 de junio. La inmigración, a la que se culpa del ascenso electoral de la extrema derecha en la Unión Europea (UE), tuvo un papel muy secundario en el voto, porque la gran mayoría de los inmigrantes en Polonia son ucranianos y porque el gobierno de coalición del primer ministro Donald Tusk (Partido Popular Europeo) ya aplica una política antiinmigración durísima, que incluye la suspensión del derecho de asilo, y planea restringir las ayudas a los refugiados ucranianos.

Contra el pronóstico de los sondeos, el historiador soberanista Karol Nawrocki ("Polonia primero"), respaldado por el ultra partido Ley y Justicia (PiS) venció con el 50,89% de los votos al candidato gubernamental y alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski (49,11%). Nawrocki, nacido en los barrios obreros de Gdansk, se benefició del apoyo de los descontentos y de quienes estiman excesivas las imposiciones de Bruselas, mientras que Trzaskowski, alumno de Oxford, representaba para muchos a la elite socioeconómica y sus discursos muy conservadores durante la campaña le enajenaron el voto de muchos progresistas, que no acudieron a las urnas. Trzaskowski tuvo 1,36 millones menos de votos que la coalición gobernante conservadora-socialista en las elecciones legislativas de octubre de 2023.

Pese al elevado crecimiento económico (2,9% en 2024 y 3,3% previsto en 2025), que triplica la media de la eurozona, el Gobierno ha sufrido un voto de castigo por el reparto tan desigual de ese crecimiento, las promesas incumplidas y la desconexión de la elite proeuropeísta gobernante de las preocupaciones de la población rural y de los habitantes de las ciudades secundarias y de las periferias de las principales urbes. A Tusk le ha vuelto a ocurrir lo mismo que en 2015, cuando subestimó el malestar por la desigualdad y su política de austeridad, y el PiS le derrotó en las elecciones legislativas.

Reparto desigual

El 10% más rico de Polonia se queda con el 38,2% de la renta nacional, mientras que la mitad de la población menos rica sólo recibe el 19,7%, detalla la World Inequality Database (WID) de los economistas Thomas Piketty y Gabriel Zucman. El 10% más rico además acumula el 61,9% de toda la riqueza del país. Pese al fuerte crecimiento económico de Polonia desde su ingreso en la UE en 2004, el 16,8% de los polacos se encuentran en riesgo de pobreza, al igual que el 9,1% de los ocupados mayores de 18 años, según Eurostat. La caída del empleo, la subida del paro y el fuerte aumento de la inflación hasta el 4,4% en la primera parte de 2025 al suprimirse los límites en el precio de la energía han perjudicado al candidato gubernamental.

Las promesas incumplidas del Gobierno de Tusk ha sido otro factor decisivo en su inesperada derrota. La votación ha sido “una tarjeta roja para el Gobierno de Tusk”, señala Maria Skóra, investigadora del European Policy Center. El nivel de aprobación del Gobierno de Tusk ha ido bajando hasta el 32% en mayo, mientras el nivel de descontento subía hasta el 44%, según la agencia estatal CBOS. Otro sondeo elevaba el rechazo al 57%.

De las 100 reformas que Tusk había prometido aprobar en los primeros 100 días de gobierno se han adoptado 15 y otras 27 solo de forma parcial, señala Aleks Szczerbiak, profesor de política. Su promesa de abrir la restrictiva legislación sobre el aborto, que fue clave en su victoria en 2023, fue saboteada por diputados conservadores de la coalición gubernamental. Tusk también ha aplazado otra de sus promesas estrella, subir a 60.000 zlotys (14.000 euros) los ingresos exentos del impuesto sobre la renta, a causa de la presión de la Comisión Europea por el déficit público descontrolado (6,6% del PIB en 2024) generado por el aumento del gasto militar.

Tusk no puede escudarse en sus promesas incumplidas por los vetos del presidente saliente Andrzej Duda, ya que no cuestiona las propuestas económicas y solo ha vetado cuatro proyectos legislativos, enviado a consulta otros cuatro al Tribunal Constitucional, argumenta Szczerbiak. La excesiva relevancia dada por Tusk a la persecución de exministros y altos cargos del PiS, que gobernó de 2015 a 2023 es considerada una 'caza de brujas' por una parte importante del electorado y ha exacerbado la polarización del país.

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