Opinión | Prensa y propaganda
Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Profesora de la UOC y periodista.

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Agitadores ultra que se hacen llamar periodistas

Su combustible es el conflicto. La agresividad verbal suele ser una de sus notas características. Lo hacen porque se les permite

El Parlament regula el acceso de periodistas para evitar pseudomedios y sancionar vulneraciones del código de conducta

Concentración de periodistas y políticos en protesta por los señalamientos y acoso recibidos por los pseudomedios.

Concentración de periodistas y políticos en protesta por los señalamientos y acoso recibidos por los pseudomedios. / José Luis Roca

¿A quién le interesan los agitadores ultra en el Congreso? Bueno, para empezar, habrá quien diga que son periodistas, pero ¿de verdad vamos a debatir eso? Hablo de los acreditados como prensa en el parlamento pero que actúan diferente a toda la prensa, ya sea de izquierdas o derechas. Por mucho título de Periodismo que presenten (que no todos lo tienen) les queda muy lejos el rigor, el trabajo honesto, la intención de informar, la búsqueda de los hechos, el respeto por la profesión y la deontología. 

¿Por qué no son periodistas? Porque les falta lo más básico: la noticia. No la buscan, la inventan. No saben hacer otra cosa que agitar las redes sociales, monopolizar ruedas de prensa o preguntar no para saber, sino para grabar un encontronazo como si estuvieran en un 'show' de televisión. Tampoco son periodistas porque los de verdad respetan los 'off the record', no acosan en casas ni colegios de los hijos o hijas de nadie, esperan su turno de preguntas, y no fisgonean en conversaciones entre compañeros o compañeras para vociferar cuestiones personales.

¿Por qué provocan? Para tener contenido. Sin la provocación, de qué van a vivir. A cada reacción como defensa, ellos le dan la vuelta, con exageración y sensacionalismo. Se presentan como las víctimas a pesar de haber hostigado, insultado o, a veces, amenazado. Todo ello, cómo no, en aras de la libertad de expresión. Para reforzar esa idea, hablan de conspiraciones, de sentirse una tribu marginada cuando siempre tienen la razón y la verdad absoluta.

¿Cómo identificarlos? Su combustible es el conflicto. La agresividad verbal suele ser una de sus notas características. Lo hacen porque se les permite. Están en la gloria con unas redes sociales que no restringen sus ataques sino que les dan eco. Frente al estilo neutro del periodismo, el lenguaje que ellos manejan es emocional. Y esta es la droga de esas redes sociales que sobreviven de reacciones, polémicas o de la provocación. Así domestican y ponen contento a un algoritmo que amplifica sus mensajes. 

¿Cómo hay gente que los sigue? Porque hay una audiencia ávida que reclama a diario una dosis de morbo que alimenta su odio. Una comunidad cerrada que sigue a estos tipos como si fueran mesías. Ellos se presentan como mártires en una cruzada por la libertad de expresión. Para elevarse como portavoces, antes han hecho un trabajo duro para erosionar la credibilidad de los medios y sustituirlos por actores que disfrazan la propaganda. 

¿Por qué están en el Congreso? Porque hasta ese momento nada lo podía impedir. Hace meses, la prensa profesional pidió que se tomaran medidas contra ellos, por impedir el trabajo diario en el parlamento. Buscaban volver a la convivencia habitual del pasado. Como no se hizo nada por entonces, estos días han vuelto a hacer otro espectáculo en una rueda de prensa. Tras otra nueva petición de profesionales, ahora el Congreso ha aprobado reformar el reglamento para frenar a estos agitadores ultra. Y aquí tenemos la sorpresa de que todos los partidos han votado a favor de nuevas normas y sanciones, menos dos: PP y Vox. Quizás aquí tenemos que hacer una pregunta más. 

¿Qué beneficio sacan de esto? Quizás algunos votaron en contra porque no les interesa la información sino la desinformación y el ruido. Quizás algunos han votado en contra porque si seguimos la pista del dinero que mantiene, respalda y patrocina a estos tipos, encontramos alguna conexión. Hace tiempo Ayuso defendía con energía a Vito Quiles, ¿casualidad? Y también hagamos más reflexiones: ¿Quiénes provocan? ¿Por qué nunca aparecen agitadores sociales de izquierda? ¿No nos damos cuenta de cómo el movimiento ultra crea un relato interesado y financiado para desestabilizar ya no a la izquierda o a un partido, sino algo aún más preocupante,  la propia democracia?

Mientras las medidas en su contra llegan, nos venderán la moto de que sancionarlos va contra la libertad de expresión, en lugar de protegerla. Mientras, pensarán que ellos portan la única verdad, pero nunca esperen que les den ningún premio de la profesión. Mientras mejor que nunca se confundan ni les hagan dudar. Porque lo que hacen, más que periodismo, se asemeja al matonismo. Y a eso no se le puede dar alas.

Suscríbete para seguir leyendo