Opinión

Agnès Marquès

Agnès Marquès

Periodista

Barcelona

Mochilas

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Imagen de reparto de comida en Gaza

Imagen de reparto de comida en Gaza / Europa Press / Omar Ashtawy

Me hizo gracia su respuesta: si no fuera por el mundo, estoy bien. Yo sólo le preguntaba por cómo le iban las cosas tanto tiempo después desde nuestra última conversación. Sin apenas pasar por lo nuestro nos pusimos a arreglar el mundo. Aunque para ser exactas lo que hicimos fue lamentarlo para poco después seguir con nuestras vidas hasta que nos volvamos a encontrar. Había en su respuesta la certeza de que lo que a ella le pesa, también me pesaba a mi. Conexiones antiguas que no caducan aunque no te veas. Es una certeza reconfortante: está todo feo, pero si uno repara en los detalles encuentra las pequeñas bellezas imprescindibles para la vida, como coincidir en aquello que nos afea. Lo de Gaza. Ponle una palabra que se pueda rellenar con todo el horror de los niños muriendo en hospitales y de hambre. Creo que no existe palabra que lo alcance porque hay que añadirle la dolorosa impotencia. Tan cerca, tan inalcanzable.

Seguí mi camino pensando en eso, en la carga que lleva cada uno en su espalda. Contradicciones, dudas, inseguridades, errores, incomprensiones. Al margen del mundo, el resto bien, dijo. Y si no era así, esa respuesta fue un buen parapeto para no entrar en detalles. Entonces me acordé de la noche anterior. Había ido a un concierto divertidísimo de Boye, el alter ego musical del actor David Menéndez, en la sala La Nau del Poblenou. Tiene una canción que parece broma pero no. Mochilas. "Miro y miro a la gente en mi ciudad. Pienso, pobres, qué mochilas cargaran. (...) Vaya mochilón que llevas, la tendrás que soportar…" Así como con la risa la letra te va entrando y, ojo, llegan dos estrofas perfectas en las que apunta "eh, cuidao, eso que llevas ya no es tuyo", y apunta que es de un ex o de un jefe que vaya tela. O de Trump o de Netanyahu, también podría ser. Cargar lo justo, sólo lo que nos pertenece, pero a veces no pasa y sobrepiensas y sobrecargas. Pensé en compartirla con ella y reirnos, pero ya había cruzado la calle y era de loca total apretar el paso sólo para hacerle escuchar una canción después de tanto tiempo sin estar en contacto. Lo dejo aquí escrito por si a ti también te pasa. Solo con compartir un poco la carga esta se lleva mejor. Entonces, aunque el mundo no mejore y no sepamos qué hacer con tanto horror, la impotencia se aligera.

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