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Fábricas de viviendas

Un problema ya de por sí enorme no puede cargar con lastres adicionales en la burocracia ni la edificación

Construmat 2025, feria de construcción internacional en España y el sur de Europa

Construmat 2025, feria de construcción internacional en España y el sur de Europa / JORDI OTIX

Construmat, el principal salón español dedicado a la construcción, cerró ayer las puertas con 22.000 visitantes, un 6% más que el año anterior. Muy lejos de las cifras de 2007 (300.000 visitantes) en plena euforia del ladrillo y justo antes del estallido de la burbuja de la construcción. Pero este no es tiempo de burbuja. Y, en gran parte, tampoco ya de ladrillo, sino de impulso de nuevas técnicas de construcción más eficientes, sostenibles y ágiles. 

España se enfrenta en la actualidad no a una sobreoferta de vivienda que el mercado no pudo absorber y basada en un endeudamiento masivo e insostenible, sino justo a lo contrario, una oferta insuficiente y estrangulada, desajustada frente al nivel de ingresos de la mayor parte de hogares y al volumen de una demanda creciente e insatisfecha. En 2025, Construmat es un salón en el que un foro como el Sustainable Building Congress ha puesto sobre la mesa las principales inquietudes a las que debe dar respuesta y adaptarse el sector: la necesidad de vivienda social y también asequible para la gran mayoría de la clase media, como recordaba en estas páginas el presidente del salón, Xavier Vilajoana, nuevos conceptos como la biohabitabilidad y nuevas herramientas como la aplicación de la Inteligencia Artificial en campos como el diseño urbano. Los premios Construmat son una muestra más de este cambio de escala, sensibilidad y necesidades: han sido galardonados un proyecto de vivienda social, un hospital infantil y la rehabilitación de una finca rural para convertirla en un hotel. Mientras, en el ámbito institucional se sigue dando vueltas en torno a propuestas de medidas de fiscalidad que solo en algunos casos –iniciativas como la propuesta de desgravaciones a los propietarios que ofrezcan a sus arrendatarios precios por debajo del mercado– parecen orientadas a alimentar de forma efectiva el aumento de la oferta, mientras que de otras se podría esperar más bien que se conviertan en lo contrario de un estímulo. Traspasar estas propuestas al BOE puede hacerse con más velocidad que la que se puede esperar de otras estrategias más sustanciales pero a más largo plazo, como los planes públicos para disponer de suelo, financiación e iniciativas que permitan cumplir los objetivos de ampliación del parque de vivienda social y la oferta de vivienda a precios asequibles. 

Los operadores del sector han aprovechado de nuevo la ocasión para reclamar medidas como la agilización del uso de suelo o inmuebles hoy no disponibles para vivienda. Y en este contexto se presenta, como un instrumento para que las buenas intenciones no se difieran a un futuro indeterminado, la promoción de la vivienda industrializada, un conjunto de técnicas constructivas que van mucho más allá del antiguo y poco prestigiado concepto del módulo prefabricado. Actualmente, solo el 5% del mercado de vivienda responde a este modelo, frente al 40%, por ejemplo, de Suecia. El Perte lanzado a principios de mes para dinamizar este sector, dotado con 1.000 millones de euros en créditos blandos adaptados a las particularidades de este sistema y otros 300 para capitalizar nuevas iniciativas empresariales, es un primer paso. Las nuevas técnicas de edificación ahorran recursos y, sobre todo, tiempo. La respuesta a un problema que exigirá años de esfuerzos, vista su dimensión y complejidad, no puede cargar, además, con lastres adicionales ni en la tramitación de los procedimientos administrativos ni en su ejecución.