Opinión | Políticas sociales
Xavier Godàs

Xavier Godàs

Sociólogo. Director general de Acció cívica i comunitària del Govern (2022-2024)

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Altercados en los barrios o Catalunya fraterna

El proyecto Barris amb Futur, que en 2023 impulsó el Govern republicano, une la intervención urbana con el fortalecimiento comunitario

Vista aérea de L'Hospitalet. En primer plano, los barrios del norte y, al fondo, Montjuic y el distrito económico del sur de la ciudad

Vista aérea de L'Hospitalet. En primer plano, los barrios del norte y, al fondo, Montjuic y el distrito económico del sur de la ciudad / ZOWY VOETEN

El 9 de abril en el barrio de Cerdanyola de Mataró, hubo disturbios protagonizados por chavales jóvenes a raíz de una intervención policial para evitar la ocupación de una vivienda. El 10 de marzo protestaban en Salt unas 200 personas concentradas frente a la comisaría de los Mossos d'Esquadra. También hubo altercados varias noches. En el barrio gerundense de la Font de la Pólvora, el 22 de marzo se detenía a un menor relacionado con los destrozos en el Centre Cívic Onyar. En todos estos casos se muestra un mismo fenómeno: chicos jóvenes ocupan las calles para enfrentarse a la policía y las autoridades. La problemática de acceso a la vivienda es en la mayoría de estos casos la espoleta que enciende los disturbios, pero no los explica plenamente. Los disturbios indican un malestar más profundo que se va incubando en las ciudades catalanas.

El malestar proviene de un cóctel que mezcla pobreza y precariedad laboral con tensiones relacionadas con las identidades. Los más jóvenes viven las carencias de sus familias y al mismo tiempo experimentan lo lejos que se encuentra su situación respecto a la Catalunya oficial. A las estrecheces económicas, la debilidad de los servicios públicos donde viven y unas oportunidades laborales que se circunscriben básicamente a las escalas salariales más bajas, hay que sumar el desprecio social por razón de origen y la sospecha permanente por parte de las autoridades.

Hace treinta años, el director de cine francés Mathieu Kassovitz produjo una película muy referenciada, 'La Haine' ('El odio'), que fue premonitoria de una pauta de altercados que se han ido reproduciendo por ciclos de respuesta a, en la mayoría de los casos, la violencia policial en los suburbios franceses. Cuenta la vida de tres amigos, Vinz (judío), Said (árabe) y Hubert (afrofrancés), al día siguiente de una noche de disturbios en la que un cuarto amigo suyo, Abdel, resulta gravemente herido mientras se encontraba bajo custodia policial. Pese a que los tres amigos no piensan igual sobre cómo afrontar la situación y con frecuencia discuten, juntos experimentan el desprecio social y el abandono institucional. Hubert hace esfuerzos por labrarse un camino de mejora. Al final, no lo conseguirá: el propio sistema desmocha los brotes verdes que dice promover.

Los jóvenes que protagonizan altercados buscan reconocimiento. Lo encuentran entre ellos, entre su grupo de iguales, y cada vez más contra lo percibido indistintamente como un sistema de dominación que no procura futuro: la policía, la escuela, los servicios sociales. Intervenir en condiciones sociales opresivas es complicado. No se resuelve el asunto multiplicando los talleres de buena conducta en las aulas; ni, en general, realizando tareas de contención por el lado de los servicios sociales, o clamando al cielo ley y orden para acabar reclamando mucha más policía. Lo que realmente conviene es intervenir intensivamente en los barrios más empobrecidos de nuestro país mediante políticas de protección que puedan promocionar prosperidad: educativas, porque pueden descabezar los eslabones de la cadena que transmite entre generaciones la desigualdad; laborales, porque el trabajo -digno y calificado- sigue siendo una palanca de inclusión social; residenciales, porque es evidente que la vivienda es un desencadenante de pobreza entre las clases populares.

Y son necesarias igualmente políticas de reconocimiento. Los chicos y chicas que provienen de lejos, pero que son de aquí, no pueden experimentar sistemáticamente que en este país no los acabamos de hacer nuestros. Debemos preguntarles qué necesitan y qué quieren, no simplemente decirles cómo comportarse. Seguro que en necesidades y voluntades tendrán de entrada muy en común con tantos otros jóvenes catalanes, pero seguramente también expresarán singularidades de trayectoria vital, de discriminación racial, de identidades cruce por resolver, de desencanto por su futuro, entre otros que puedan ser, y que debemos reconocer facilitándoles la voz. Es el primer paso para vincularlos al país en el que están y que también debe ser suyo.

Al fin y al cabo, hablamos de políticas para procurar prosperidad y generar solidaridades comunitarias. Este es el propósito del proyecto Barris amb Futur que en 2023 impulsó el Gobierno republicano de la Generalitat de Catalunya. Un proyecto que une la intervención urbana con el fortalecimiento comunitario, combinando una tríada imprescindible para progresar: intervenciones sistemáticas en las condiciones de vida, la igualdad de oportunidades y los espacios de sociabilidad. Brazo a brazo con los ayuntamientos y el tejido asociativo y comunitario. O se interviene decididamente en los barrios de nuestro país, o la fractura social que se va incubando empantanará el ideal de una Catalunya fraterna.