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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Ante el peligro europeo

Hoy la gran cuestión no es si gobierna la derecha o la izquierda, que también, sinó si el populismo nacionalista de extrema derecha logra derrotar a los partidos centrales que construyeron la UE

Pleno del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, en una imagen de archivo.

Pleno del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, en una imagen de archivo. / Philippe Stirnweiss / European Par / DPA

La invasión de Ucrania en 2022 y el 'desentendimiento' de Trump han cambiado el mundo. Europa está hoy más insegura. ¿Cómo afectará a España? Hoy prima la seguridad, antes casi externalizada a América. Y Gran Bretaña, con fuerza nuclear y Gobierno laborista, está volviendo a Europa. Y junto con Francia, Alemania y Polonia -el mayor presupuesto militar y frontera con Rusia- están formando un informal, pero clave, directorio europeo. Italia, fundadora de la UE, no está porque Meloni es tangencial a la centralidad europea. España no puede saltársela y además en seguridad debe cambiar sus planteamientos. Hay ministros en el Gobierno Sánchez que exigen salir de la OTAN, cuando el gran problema es que Trump quiere reducirla. ¡Absurdo!

Hemos sido un socio relevante de la UE los últimos años. En la creación del fondo de regeneración económica, el primer y decisivo gran endeudamiento de la UE. Pero falta consenso en política exterior. Tanto el PSOE como el PP pueden gobernar y ambos forman parte de los dos grandes partidos aliados en Europa. Pero el PP usa Bruselas para castigar a Sánchez. Hasta el punto de no votar la presidencia de Ursula von der Leyen por la presencia en su equipo de Teresa Ribera. ¡Así no vamos bien!

Luego está el reto del populismo de extrema derecha. Creció tras la elección de Trump en 2017 y por causas parecidas. La protesta ya no va a los socialdemócratas o al centroderecha porque han gobernado desde hace muchos años. Y la extrema derecha crece al capitalizar también protesta social. Marine Le Pen es la primera en Francia en el voto obrero. Y en España, Vox es la opción preferida de los electores más jóvenes. El Estado del bienestar no puede solucionar todo, pero genera muchas expectativas que en algunos casos -la vivienda en España- no se han cumplido.

El populismo quiere marginar al centroderecha y a los socialdemócratas que mandan en la mayoría de países. La extrema izquierda es casi irrelevante en Europa, aunque en Francia y España aún se cree el centro del mundo. Hoy en Europa la gran división, la fundamental, ya no está entre derecha e izquierda -que también-, sino entre las corrientes europeístas y democráticas y la extrema derecha nacionalista que quiere socavar la democracia y el proyecto europeo.

Lo último. En Rumanía, el PIB per cápita ha subido del 44% del europeo, cuando en 2007 entró en la UE, al 78%. Pero muchos rumanos han emigrado y los improvisados partidos no han funcionado. Y en las presidenciales del domingo estuvo a punto de ganar George Simion, que se define como trumpista y quedó muy por delante en la primera vuelta. Al final, venció Nicusor Dan, el alcalde independiente y europeísta de Bucarest, con un 54%. Pero el triunfo de la extrema derecha en Rumanía habría sido un gran golpe al proyecto europeo.

En Polonia gobierna Donald Tusk, el PP europeo, y su único enemigo es la extrema derecha del PiS. En las presidenciales, Tusk ha respaldado al alcalde de Varsovia para que el actual presidente -aún del PiS- no siga boicoteando sus reformas. Ha ganado el candidato de Tusk, pero con el 31%, con muy poca ventaja sobre el del PiS. Y el tercero es aún más extremista. La segunda vuelta del 1 de junio será complicada. Y en Polonia -antiguo país comunista- la izquierda es residual.

Vamos a Portugal. Cinco elecciones en tres años porque los dos grandes partidos -que se llevan mucho mejor que el PP y el PSOE- no han sabido dar estabilidad. El líder de la derecha, Luís Montenegro, perdió una moción de confianza porque el líder socialista vio su gran oportunidad. Pero el resultado es terrible. La derecha ha ganado y ha subido escaños, pero está lejos de la mayoría absoluta. Los socialistas han tenido un pésimo resultado y pierden 900.000 votos respecto a cuando los lideraba hace dos años el moderado António Costa (hoy presidente del Consejo Europeo). A la izquierda del PS, la nada. Y la extrema derecha del Chega empata con los socialistas y desde 2019 ha pasado de la irrelevancia al 22,6%

Sánchez y Feijóo deben ir al rincón de pensar. Con el 'todo a la izquierda' es casi imposible que Sánchez repita la carambola de 2023. Y Feijóo no puede pactar con Vox si quiere ser como Merz en Alemania, Tusk en Polonia y seguramente Montenegro en Portugal. ¿Pensarán?

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