La jungla de los famosos low cost

Yo confieso. Soy una analfabeta, crónica y sin remedio, que se pierde en el planeta de los famosos ‘low cost’. Quizá porque la nota de corte para matricularse en esta tribu es tan baja que accede cualquiera, hasta un animalista atormentado como el presentador Frank de la Jungla. Quizá porque los protagonistas de la vida rosa de bajo coste entran y salen a tal velocidad que me cuesta horrores saber quién es quién en el ruedo del colorín efímero, sobre todo después de haber superado el medio siglo de vida y haber pasado parte de él fuera de España. Quizá porque la batalla por captar la atención de mi cerebro ya está resuelta y la han ganado otros protagonistas.

Entiéndase este mea culpa como un ejercicio de humildad absoluta, de reconocimiento de mi incapacidad para interesarme por la vida de unas personas que seducen a gente de mi alrededor. En cambio, yo, en ocasiones, ni siquiera sé quiénes son esas figuras que han logrado la fama sin tener oficio ni beneficio, como diría mi padre.

Frank de la Jungla es el ejemplo más reciente de famoso low cost, que desde su santuario de Tailandia tiene a un puñado de seguidores enganchados a sus montañas rusas emocionales, sus infortunios financieros y sus problemas de salud. Cuánto hay de verdad y cuánto hay de cuento en la historia es algo que desconozco y que dejo a los analistas de la cosa rosa. Pero lo sucedido con el presentador me sirve para realizar esta reflexión, que amplío a otros personajes y formatos de televisión, como los que pueblan La Familia de la tele, la resurrección de Sálvame, que nunca entenderé qué hace en Televisión Española. Los pobres datos de audiencia parecen darme la razón y quién sabe si el programa acabará siendo de corto recorrido.

Ojalá triunfaran otras formas de entretenimiento ligero más creativo, diverso, creíble, inteligente, constructivo y edificante que aquellas que viven de los famosos, sobre todo si estos son de dudosa condición y son tratados con aires de estrella, como bien dice Sergi Mas.

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