Opinión | Noticias
Olga Ruiz

Olga Ruiz

Periodista

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No quiero más días históricos

El papa León XIV

El papa León XIV / ALESSANDRA TARANTINO / AP

Me gustaría vivir una semana en la que no pase nada excepcional, histórico, único e irrepetible. Una semana vulgar, monótona, con sus siete días del primero al último ordinarios, pautados, previsibles y si me permiten un poco aburridos. Infravaloramos la capacidad sanadora del aburrimiento bien entendido, aquel que nos permite abandonarnos en un limbo del ánimo en el que nada ni nadie nos interesa o nos afecta lo suficiente como para regalarle nuestra atención. La infraestimulación de los sentidos, la nadería. La calma.

Me gustaría instalarme en un agosto informativo. Para los periodistas agosto es --o era-- aquel mes desértico de información en el que todos tiramos de topicazos para llenar de contenido nuestros medios: una feria curiosa en alguna población costera, remedios caseros para una picada de medusa, consejos para soportar el calor sofocante. Esas noticias inocuas que nos permiten disfrutar del sopor que conlleva la canícula.

Necesito un oasis de noticias para las que no haya que estar preparada, ni en las que tengamos que estar pendientes de comparecencias, ni requieran ninguna acción o decisión importante por nuestra parte. Que las cosas y los hechos acontezcan sin involucrarnos demasiado.

En el álbum de fenómenos noticiables, tenemos la mayoría de los cromos más codiciados y algunos hasta repetidos.

Es evidente que cosas han pasado siempre, pero la concentración temporal de las mismas era otra, sin duda mucho más saludable para nuestro nivel de ansiedad. Ahora parece no haber tregua para el sosiego, cuando no amanecemos com una jornada histórica en Roma, lo hacemos con un apagón eléctrico (también histórico) que colapsa nuestra vida, con la parálisis de nuestra red ferroviaria por robos masivos de cobre, o con el confinamiento de municipios enteros a causa de una nube tóxica provocada por un incendio.

Es como si la vida nos hubiera condenado a vivir en un sobresalto continuado, con la certeza de que si algún acontecimiento extraordinario está por venir, vendrá mañana.

Suscríbete para seguir leyendo