Opinión | En clave europea

Eliseo Oliveras

Lecciones del voto rumano

El abrumador voto a favor del candidato ultraderechista George Simion fue una desautorización total ciudadana a la clase política gobernante rumana

El candidato ultra de Rumanía, George Simion

El candidato ultra de Rumanía, George Simion

La primera vuelta en las repetidas elecciones presidenciales en Rumania del pasado 4 de mayo vuelve a mostrar que cuando los partidos gobernantes y tradicionales desatienden el descontento ciudadano eso se traduce en un importante voto de protesta a favor de la ultraderecha. George Simion, candidato del partido ultra Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), obtuvo el 40,9% de los votos, seguido del independiente alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, con el 20,9%. Simion obtuvo casi el doble del porcentaje logrado por el ultra independiente y nacionalista Calin Georgescu (22,9%), calificado de prorruso, en la votación anulada del 24 de noviembre.

El voto fue una desautorización total ciudadana a la clase política gobernante rumana. El ultra Simion y el independiente Dan suman casi el 62% del total de votos, mientras que el candidato común de la coalición gubernamental socialdemócrata-conservadora, Crin Antonescu, quedó en tercer lugar con sólo el 20,07%. El cuarto candidato más votado fue el exprimer ministro socialdemócrata Victor Ponta (13%), que se presentaba como independiente nacionalista ("Rumania Primero") y estaba respaldado por diferentes partidos ultras y agrarios. El rechazo de la numerosísima diáspora rumana al establishment político fue aún más contundente: el 61% votó por Simion, el 25,4% por Dan y sólo el 6,7% apoyó al candidato oficialista.

La primera consecuencia de los comicios ha sido la dimisión del primer ministro y líder socialdemócrata (PSD), Marcel Ciolacu, reconociendo que "el voto muestra que la coalición gubernamental no tiene ninguna legitimidad". Ciolacu se ha visto salpicado por diferentes escándalos de corrupción desde que asumió el puesto en 2023.

La corrupción es un problema endémico de Rumania y coloca al país en el pelotón de cola de la Unión Europea (UE), suspendiendo en los índices de corrupción de la Comisión Europea y de Transparency International. Rumania también se sitúa en el grupo de cola de la UE con menos libertad de prensa, según Reporteros sin Fronteras (RSF). Al mismo tiempo, el 10% más rico acapara el 40% la renta nacional y el 59% de la riqueza neta, mientras el 28% de la población está en riesgo de pobreza, según World Inequality Database y Eurostat.

El voto de noviembre fue anulado por el Tribunal Constitucional el 6 de diciembre –cuatro días después de haberlo validado y dos días antes de la segundo vuelta–, en base a un informe de los servicios de inteligencia promovido por el presidente saliente, el conservador Klaus Iohannis, que aseguraba que Georgescu se había beneficiado de una promoción irregular a través de la plataforma TikTok atribuida a interferencias de Rusia. Posteriormente, Georgescu fue vetado como candidato el 9 marzo, cuando los sondeos le atribuían un 40% de los votos en la primera vuelta de la repetición de las elecciones.

Todo ese proceso de anulaciones y vetos desencadenó masivas protestas en las calles. La candidata liberal y anticorrupción Elena Lasconi del partido Unión Salvar Rumania (USR), que iba a disputar el 8 de diciembre de 2024 la segunda vuelta contra Georgescu, acusó al Constitucional de "pisotear la democracia" con una decisión "ilegal" orquestada por la colación gubernamental perdedora, que había nombrado a los jueces.

Italia, Francia, Alemania, Países Bajos, Austria, Suecia y Finlandia son otros ejemplos en la UE donde el malestar social desatendido nutre el voto de protesta a favor de la extrema derehca. La mayoría de los partidos tradicionales atribuye falsamente ese voto a favor de los ultras a un malestar social por la inmigración, pero los sondeos nacionales y europeos lo desmienten. Los sondeos revelan que las principales preocupaciones de los ciudadanos al ir a votar son su situación económica y sus problemas cotidianos, mientras que la inmigración ocupa un tercer o quinto lugar.

Otro ejemplo: el Gobierno laborista británico de Keir Starmer está dilapidando su arrolladora victoria en las elecciones legislativas de 2024 porque financia el aumento del gasto militar con recortes en las ayudas a enfermos y discapacitados y en las ayudas para calefacción de los pensionistas con bajos ingresos. En las elecciones legislativas parciales del 2 de mayo, los laboristas fueron derrotados en su histórico bastión de Runcorn and Helsby por el ultra Reform UK de Nigel Farage. El sondeo de YouGov del 6 de mayo da a Reform UK una intención de voto en unas elecciones generales del 29%, por delante de laboristas (22%) y conservadores (17%).

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