Opinión | Décima avenida
Joan Cañete Bayle
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Kayed y Mikel

El trabajo del periodista Mikel Ayestaran premiado con el Ortega y Gasset contribuye a humanizar a los palestinos que sobreviven en Gaza asediados por la guerra y el hambre

Guerra de Israel, en directo: última hora del conflicto

Mikel Ayestarán

Mikel Ayestarán / SIMONE BOCCACCIO

Mikel Ayestaran, uno de los periodistas indispensables de este país, ha ganado el premio Ortega y Gasset de periodismo a la mejor cobertura multimedia por ‘Menú de Gaza’, un trabajo en el que cada día entre febrero de 2024 y enero de este año publicó en sus redes una fotografía del plato que comía a diario una familia palestina en la franja. La familia es la de Kayed Hammad, traductor del árabe al español en Gaza, figura indispensable desde hace muchos años para incontables periodistas y cooperantes españoles que han trabajado allí. En el acto de entrega del premio celebrado esta semana en Barcelona, Mikel emitió un audio que Kayed le envió desde Gaza: “Mikel, diles que lo que ocurre en Gaza será una vergüenza para la humanidad, porque quien no muere por las bombas, lo hace por hambre. Hemos llegado a la conclusión de que es mejor morir por un misil que de hambre”. 

Periodistas y cooperantes internacionales no podrían trabajar en lugares como Gaza sin personas como Kayed. No se trata tan solo de traducir del árabe a otros idiomas o de exceder en el trabajo de conseguidor; los ‘fixer’, ‘stringer’, productores, personal local, conductores (el título varía, las funciones, no) son un puente a una sociedad diferente, fuente de conocimiento, puro ‘networking’, que se dice ahora. Y son también un férreo vínculo humano, una forma de entender lo que sucede en geografías castigadas a través de personas que viven allí. 

Mikel, en cuyo rico manual del oficio de periodista sobresale una empatía fuera de lo común, podría escribir más de un libro con las vivencias y biografías de sus imprescindibles traductores repartidos por Oriente Medio y parte de Europa, convertidos en amigos a base de trabajar juntos durante horas, días y semanas. Kayed protagoniza uno sobre Gaza. Hoy, nadie sabe qué destino le aguarda en la franja, como al resto de los miles de palestinos que sobreviven allí. 

Kayed está en Gaza. Mikel, no, porque Israel veta la entrada de periodistas y cooperantes internacionales salvo algunas excepciones de estos últimos en el terreno de la ayuda humanitaria urgente. No hay, pues, más testigos de la tragedia que Israel ha causado allí, la “vergüenza de la humanidad”, en palabras de Kayed, que la de los propios palestinos. Pero ya se sabe que la voz de los palestinos no cuenta, porque antes de ser aniquilados por misiles, por balas, por fuego, por hambre o por enfermedades perdieron su condición de seres humanos. Solo un profundo y prolongado proceso de deshumanización explica la indiferencia que genera la guerra desatada por el Estado hebreo liderado por Binyamín Netayahu en los estamentos dirigentes de Occidente. Donald Trump y su vídeo de IA de Gaza, convertida en un ‘resort’ turístico, es la grosera caricatura del personaje, pero no es moralmente peor que los comunicados y la inacción que acumula la dirigencia europea, con Alemania y la Comisión Europea a la cabeza, esta última en especial desde que acabó el mandato de Josep Borrell. 

Los periodistas asesinados por Israel en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 suman más de 200. Los trabajadores humanitarios asesinados se cuentan también en centenares. La gran mayoría son palestinos, lo que explica que sus muertes estén cubiertas por un manto de silencio. Cuando el Ejército israelí ha matado a cooperantes extranjeros, al menos ha habido cierta escandalera durante uno o dos días. 

El veto israelí a la entrada de periodistas y cooperantes en Gaza se explica en primera instancia por el obvio motivo de evitar testimonios directos de las atrocidades que allí está cometiendo el Ejército israelí, entre ‘reel’ y ‘reel’ en Instagram de jóvenes soldados en el salón de casas palestinas destruidas. Pero, además, mientras no haya periodistas y cooperantes los palestinos serán una masa informe, poco más que “insectos”, como otro periodista imprescindible, Gideon Levy, denunció en su momento que la mayoría de los israelís consideran a los palestinos. Cuando los muertos tienen nombre, apellidos y una biografía que alguien cuenta, es más difícil aniquilarlos a decenas en cada bombardeo. 

De ahí la importancia del trabajo de Mikel con el menú diario ‘Menú de Gaza’. Se llama Kayed, tiene familia, una vida, y lo asedian desde hace meses con el hambre y las bombas. Y tiene razón: lo que le está pasando, lo que Israel está haciendo en Gaza, es una vergüenza para la humanidad. 

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