Opinión | Transformación urbanística de Badalona

Alejandro Giménez Imirizaldu

Alejandro Giménez Imirizaldu

Arquitecto por la ETSAB, profesor de urbanismo de la Universitat Politècnica e investigador del Laboratori d’Urbanisme de Barcelona.

Nunca es tarde

Badalona lanza una gran pacificación para convertir su centro histórico en un bulevar peatonal

Imágenes del tráfico actual de la Via Augusta de Badalona antes de la peatonalización de la calle Francesc Layret de Badalona

Imágenes del tráfico actual de la Via Augusta de Badalona antes de la peatonalización de la calle Francesc Layret de Badalona / Macarena Pérez / EPC

Al imprimirse estas teclas hará 36 horas de la publicación del libro Metro·Mix, de Carles Crosas y Eulàlia Gómez. Los investigadores proponen herramientas de medición de la mixticidad en una selección de fragmentos de cuatro ciudades españolas y un estudio detallado de la Barcelona Metropolitana.

Badalona destaca allí como el tejido urbano con mayor porcentaje de suelo residencial frente a suelo público de los analizados y presenta el casco antiguo más abundante, con las casas más viejas de la comparativa. La actividad de sus plantas bajas aparece como una de las más vibrantes, vecinas y variadas, una saludable y elegante proporción entre comercio cotidiano, colmados, bares, equipamiento, servicios, vivienda, espacios comunes, algo de aparcamiento y, apenas, locales vacíos. La tercera ciudad de Catalunya apoya esa mezcla en un entramado de calles estrechas, discontinuas, que se burlan del ángulo recto. Los parques observan desde afuera un centro coqueto, comerciante y razonablemente peatonal.

Hay que brindar con Anís del Mono por las nuevas propuestas de pacificación en Centre y Dalt de la Vila aunque lleguen 70 años después del primer fuera coches europeo en Rotterdam y 50 del Portal de l’Àngel. Las ciudades, como las personas que las dirigen, necesitan sus tiempos. La dicha es buena y nunca es tarde para conocer de cerca un paisaje urbano y un paisanaje estupendos, disfrutar de lo anterior y de una playa de arena limpia y gruesa al bajar del tren. Bucear bajo el Pont del Petroli en pos de Belmonte. Sentir el corazón botando en el pecho al ritmo del balón del Joventut. Amanecer de excursión en la Serralada de Marina para ver fundirse la ciudad con el Mediterráneo.

Los gráficos que despliega el libro al final, realizados con la colaboración de Enric Villavieja, podrían exhibirse sin rubor junto a la plástica neurodivergente de Yayoi Kusama. Háganse ustedes con su ejemplar en la página del Laboratori d’Urbanisme de Barcelona, LUB. Digital, inmediato y gratis.