Opinión | Sucesión en el Vaticano
El centro del mundo
El dilema de los cardenales en el próximo cónclave es dirimir entre si hay que mantener la tradición o avanzar hacia la modernidad que ha abierto Francisco

Donald Trump, disfrazado de Papa (imagen generada con IA) / DONALD TRUMP / TRUTH SOCIAL
Toda la atención mundial se traslada al Estado más pequeño del mundo. El propio Trump, que quiere estar en todas las salsas, ha dicho que le gustaría ser el próximo papa. Hay quien piensa que la elección es exclusivamente una cuestión que afecta a los católicos, pero es mucho más que eso. La carrera se ha disparado, desde las casas de apuestas que ya han abierto las pujas por la sucesión, hasta los cenáculos políticos más polarizados que han empezado a presionar para hacerse con el poder de la iglesia.
La Ciudad del Vaticano, un Estado sin ejército (más allá de la guardia suiza) tiene una legitimidad y un peso específico no solo en los más de mil millones de católicos del planeta, tiene también una enorme relevancia entre los dirigentes mundiales, incluidos los escasos países como Somalia, Corea del Norte o China, donde la Santa Sede no tiene relaciones diplomáticas. Por eso desde el miércoles, cuando los 133 cardenales del conclave entren en clausura para elegir papa, los ojos del mundo se van a fijar en este pequeño enclave a la espera del humo blanco.
Se apunta a un debate entre un papa conservador o progresista. Pero el dilema de los cardenales es más bien si mantener la tradición o a avanzar hacia la modernidad que ha abierto Francisco. Su legado está lejos de ser una revolución, pero ha querido que el poder de la iglesia sea un reflejo de la propia sociedad y, por tanto, ni perfecta ni cerrada a cambios. Lo que ha hecho Francisco es abrir la iglesia para que quepan todos, ha dado pasos menores en la igualdad de las mujeres en la iglesia, pero frente al poder ha hecho bandera de los inmigrantes y pobres a los que nadie defiende y convertido el papado en proyecto global común, exactamente lo opuesto al individualismo y al ultranacionalismo que ya amenaza con un cisma si la iglesia avanza por la misma senda y no se decanta ahora por escoger a un monaguillo ultracatólico que haga aún más evidente la polarización mundial. Por eso es importante la elección de quien se vaya a sentar los próximos años en el trono del centro del mundo.
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