Opinión | Apunte
Marta Royo Espinet

Marta Royo Espinet

Economista y publicista

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Apagón eléctrico en Catalunya. Apagón informativo en las instituciones

El Gobierno investiga un fallo técnico como causa del apagón tras descartarse el ciberataque

Última hora del apagón en España, hoy en directo: causa del corte de luz y estado de la red eléctrica

Desconcierto en Sants por la falta de trenes el día después del apagón

Desconcierto en Sants por la falta de trenes el día después del apagón / FERRAN NADEU

Ayer lunes, un fallo masivo en la red eléctrica dejó a España y Portugal sin suministro durante horas. Catalunya se vio especialmente afectada: ni luz, ni cobertura móvil, ni acceso a internet.

Mientras tanto, la ciudadanía también quedaba a oscuras informativamente hablando. Durante demasiado rato -más de seis horas, concretamente- no hubo ninguna voz institucional clara. Los mensajes fueron tardíos, dispersos y, a menudo, faltos de indicaciones concretas.

Una crisis no avisa. Pero una buena comunicación de crisis sí se prepara.

Cuando estalla una situación de emergencia, la ciudadanía no sólo espera respuestas técnicas: necesita orientación, serenidad y liderazgo. Y esto solo puede ofrecerse mediante una comunicación rápida, clara y coherente.

Una gestión eficaz de la comunicación de crisis exige:

Un portavoz único y preparado, con capacidad de hablar en aras de toda la administración, con mensajes coordinados y rigurosos.

Un protocolo de actuación claro, que defina quién toma decisiones y quién las comunica, evitando improvisaciones.

¡Mensajes directos y útiles, adaptados a la realidad del momento!

Presencia activa en los canales inmediatos de comunicación, especialmente en X (antiguo Twitter), herramienta clave en situaciones de emergencia y que, sin embargo, ha sido desatendido por decisión unilateral del Ayuntamiento de Barcelona.

No tener un plan de comunicación sólido en estos contextos no solo agrava el desconcierto, sino que pone en riesgo (aún más) la confianza ciudadana en las instituciones.

Gestionar una crisis no es sólo resolver un problema técnico. Es también gestionar el estado emocional colectivo, transmitir calma, seguridad y liderazgo.

El miedo se propaga en el silencio. La confianza se construye no solo con una buena gestión, sino con una comunicación eficaz.

Políticos, ayúdenos a poner luz en la oscuridad.

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