Opinión | Junts per Catalunya
Pilar Rahola

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Periodista y escritora

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El espacio central

El partido de Puigdemont se mueve en posiciones progresistas en materia de derechos civiles, pero liberales en materia económico-social

Junts votará en contra de la reducción de la jornada laboral si no se adapta a las pymes

Carles Puigdemont, en Bruselas.

Carles Puigdemont, en Bruselas. / JOHN THYS / EFE

El periodista Juan Ruiz Sierra firma el domingo una crónica desde Madrid donde planteaba el malestar del PSOE por el comportamiento de Junts, una vez que se haya aplicado la amnistía a Carles Puigdemont. El planteamiento se basaba en dos supuestos: la probable aprobación de la amnistía por parte del TC antes de otoño; y el hecho de que Puigdemont se sentiría más libre para dejar caer a Sánchez, si las circunstancias lo facilitaran. En resumen, un Puigdemont amnistiado sería aún más incontrolable que el que habita en Waterloo. No se trataría solo de desconfianza mutua -que es el sello que ha impregnado los acuerdos entre PSOE y Junts-, sino de la convicción de que Puigdemont no es un aliado ideológico, sino un añadido circunstancial al bloque de la investidura y, en consecuencia, en cualquier momento puede caer de la ecuación.

Sin duda, este ambiente que describe Sierra es el que se respira en los círculos del PSOE, Sumar, Podemos y demás franquicias. Y, al mismo tiempo, es lo que anima las esperanzas del PP más centrado. Pero, a la vez, es una mirada muy madrileña, que no tiene en cuenta la sigular idiosincrasia de la política catalana, especialmente en su componente nacionalista. Con un supuesto previo: la sinuosa resolución del tema de la amnistía, que tanto puede bascular hacia el lado previsto como ir hacia grises preocupantes que lo dejarían en tablas. Dicho de otra manera, todos dan por seguro que el TC validará la amnistía. Pero algunas gargantas profundas también apuntan a una dualidad, del estilo: la amnistía se aprueba, pero los criterios para aplicarla son los del Supremo. Es decir, un eterno día de la marmota que la haría inaplicable a Puigdemont. Obviamente, este supuesto crearía una crisis política con Junts frontal, con las consecuencias derivadas, pero no es descartable. Los designios del Supremo, como los del Señor, son inescrutables...

Más allá de los interrogantes alrededor de la amnistía, una cosa queda clara: o no se aplica -con el subterfugio descrito- o se aplica -y Puigdemont vuelve-, pero en ambos casos el tablero político español se moverá sensiblemente. ¿Será por lo que describe Sierra, en el sentido que un Puigdemont liberado aumentará la distancia con la coalición de Gobierno y la pondrá en riesgo? Esta es, ciertamente, la mirada lógica desde Madrid, pero hecha desde la prepotencia ideológica de un PSOE que cree que tiene la verdad ideológica y que es la única opción de progreso. O derecha o izquierda, el único baile posible. Pero el componente nacionalista -soberanista, independentista, etc.- rompe la visión maniquea que se produce en España. Aquí la lógica no es solo derecha/izquierda, es también y sobre todo Catalunya/España, y Junts lo representa como nadie, tal como lo representó durante décadas la vieja Convergència. A diferencia de ERC, que ha comprado completamente el paquete de "las izquierdas", tanto en términos económicos y sociales, como territoriales -y, por eso, Pablo Iglesias sueña con una ERC en el Gobierno español-, Junts se mueve en el territorio central del país, que implica posiciones progresistas en materia de derechos civiles, pero liberales en materia económico-social. Por ejemplo, Junts está más cerca de las declaraciones de Sánchez-Llibre sobre la política de vivienda del Govern Illa, tildada por el presidente de Foment como "el mayor ataque en democracia a la propiedad privada", que de las iniciativas de PSC-Comuns-ERC. Lo hemos visto muchas veces en el Congreso, donde Junts ha tenido posiciones alejadas del bloque de izquierdas: la última , la posición con el tema de la reducción de la jornada laboral, que está en el aire.

En conclusión. No es que un Puigdemont amnistiado se vuelva más rebelde y se aleje del bloque de la investidura. Es que Junts está ideológicamente lejos de este bloque, en el cual participa solo por acuerdos puntuales. Con aministía o sin ella, Junts va posicionándose en un territorio central que puede permitir alianzas puntuales a un lado y a otro del espectro ideológico -PSOE versus PP- sin pertenecer a ninguno de los dos. Y siempre con la perspectiva de la defensa nacional de Catalunya, que es la señal más prioritaria y distintiva. Por eso hay un riesgo permanente de ruptura con el PSOE. No porque Puigdemont esté en Waterloo o vuelva, sino porque son materia política muy diferente. No hay fidelidad ideológica, porque nunca ha habido afinidad ideológica, y este es el matiz que lo explica todo.