Opinión | NADA ES LO QUE PARECE
Albert Sáez

Albert Sáez

Director de EL PERIÓDICO

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¿Es posible un debate maduro sobre la paz y la seguridad en Europa?

Recreación de la constelación de satélites 5G-IoT de Sateliot

Recreación de la constelación de satélites 5G-IoT de Sateliot / Sateliot

España, como uno de los grandes países de la UE, debe afrontar en los próximos meses un debate crucial sobre su aportación a la paz y la seguridad en Europa. La cosa no ha empezado nada bien. El episodio de la compra de balas a Israel ha evidenciado tres síntomas preocupantes: la inmadurez de los partidos a la izquierda del PSOE anclados en un vetusto discurso antimilitarista de la guerra fría que nada tiene que ver con la realidad actual y que ya no defienden ni los verdes alemanes; la flojera del PSOE en estos temas que se le atragantan; y la inhibición del PP en un asunto que forma parte hoy del consenso central europeo. La obstinación del presidente Sánchez por evitar que el plan de seguridad, defensa y desarme pase por el Congreso de los Diputados es otro síntoma preocupante. Una apuesta de este calado, con consecuencias plurianuales en el gasto público y con impacto en todo el territorio debe someterse al escrutinio de los representantes de los ciudadanos. En este caso, a Sánchez le pierde la estética, pero no es el único. ¿No sería reveladora una votación en la que Sumar y el resto de satélites de la coalición votaran junto a Vox contra el PP y el PSOE? Pero no será posible.

Donde no llega la política, puede llegar la sociedad civil. La próxima semana, Prensa Ibérica, a través de EL PERIÓDICO y del suplemento Activos organiza el I Foro sobre la Paz y la Seguridad en Europa para analizar las oportunidades que abre el actual contexto europeo para la industria en materia de seguridad. Participarán el president Illa, el ministro Hereu, los consellers Duch y Sámper, el secretario general de Asuntos Económicos de la Moncloa, Manuel de la Rocha, el CTO de Indra y representantes de las empresas del sector. Nadie está hablando en Europa de iniciar una loca carrera armamentística. Estamos hablando de recuperar la autonomía en materia de defensa que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial tenemos subcontratada a los Estados Unidos, pagando un alto coste económico, político y tecnológico. El reto es hercúleo porque se trata de ser capaces de desarrollar tecnologías en las que el dominio norteamericano es demoledor. ¿No merece la pena debatir este asunto desde la racionalidad y no desde el sectarismo y una visión primaria de la defensa europea? Claro que nadie quiere la guerra, la cuestión es cómo se garantiza la paz y aquí forma un binomio indisociable con la seguridad. Se puede cuestionar cuál es la mejor forma de asegurar ambas cosas, se puede cuestionar la utilidad de la disuasión, se puede cuestionar que se vincule el gasto de investigación a la defensa. Pero lo que no se puede hacer es esconder la cabeza debajo del ala. Nosotros no lo haremos.

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