Loles León y el sambenito

1478: La Inquisición se instaura en la Corona de Castilla. Cuatro años más tarde, la defensa de la ortodoxia católica llega a la Corona de Aragón. La crueldad de los procesos, el dominio de la estética del terror y un ejército de delatores extienden el miedo entre la población. Todos los encausados por el Santo Oficio deben lucir un sambenito, una suerte de poncho que les señala. El color o las formas de su decoración varían según el delito y la sentencia. Un estigma social que los confesos y perdonados deben lucir durante largo tiempo. Una vez cumplida la condena, los sambenitos con los apellidos del culpable decoran los muros de las iglesias, para solaz de los vecinos y vergüenza para los familiares.

Junio de 2022: Toni Clapés entrevista a Loles León. La conversación -en catalán- es un lujo. Divertida. Interesante. La complicidad entre el editor del Versió RAC1 y la artista es evidente. Ella se encuentra en Barcelona representando ‘Una noche con ella’ en el Teatre Condal: un repaso ficcionado de su vida. León, hija de la Barceloneta, hace un panegírico tan entusiasta de su barrio que Clapés afirma que debería ser proclamada “embajadora de Barcelona”. La actriz recuerda la ciudad canalla y transgresora de los años 70: Ocaña, el nacimiento de La Cubana, los Comediants, la recuperación del festival Grec en 1976…

El periodista le pregunta por qué acabó instalándose en Madrid a mediados de los 80. ¿Era por falta de oportunidades? Ella le da la razón: “No las tenía. Salió esto de la normalización lingüística y fue muy difícil. Empecé a ser charnega, después botiflera, ahora me llaman colona”. La confesión es pronunciada con la misma sinceridad y falta de dramatismo que impregna el diálogo. Clapés ni siquiera ahonda en la cuestión. Pero, ay, el Santo Tribunal de los Catalanes Agraviados, siempre atento, pone el grito en el cielo: ¡Hereje!

Desde ese día, Loles León no solo ha sido tachada de botiflera o colona, sino también de renegada, anticatalanista, catalanófoba… Los insultos son variados. Exactamente, ¿qué molestó de un comentario expresado sin un ápice de queja? ¿La sinceridad?

Unos meses más tarde, el actor Eduard Fernández recorría España con ‘Todas las canciones de amor’, una obra teatral en la que su interpretación alcanzaba cotas memorables. La obra no llegó a Barcelona, solo tuvo un bolo en toda Catalunya.

Al respecto, comentó en una entrevista concedida a El País: “Desde hace unos años, la política cultural de Catalunya está muy teñida por la política lingüística y, a veces, está un poco constreñido lo que puedes hacer, lo que debes hacer”. Y su lamento era el de muchos. Esa es una realidad que no tiene ningún sentido silenciar.

Junts ha exhibido su indignación por la entrega de la Creu de Sant Jordi a Loles León. Un ejército de aprendices de inquisidores pide la hoguera para la hereje. El catalán debe defenderse y promocionarse con todos los recursos necesarios, pero enfrentarlo al castellano no solo es mezquino, sino que, sobre todo, es profundamente inútil. Aliança Catalana se regocija.