Un Sant Jordi multitudinario

Todas las previsiones anteriores así lo anuncian y así lo marca la tradición, pero no deja de sorprendernos, cada año, que la fiesta de Sant Jordi se convierta en un acontecimiento ciudadano y cultural sin igual. Lo celebramos y lo vivimos con normalidad, esta vez acentuada por un ambiente benigno y primaveral, pero ciertamente que un día por entero se dedique al libro en todas las poblaciones de Catalunya es un activo que, de no ser propio del país, sería visto con envidia por lo que significa de exaltación de la convivencia y la civilidad.

Para darnos cuenta de la dimensión de Sant Jordi lo más indicado es fijarse en cómo es percibido por alguien que nunca lo ha vivido. En este caso, por ejemplo, el conocido escritor francés Pierre Lemaitre. En su primera participación en la Diada, ha dicho que «no es un festival del libro, no es una fiesta de libros; es una jornada en la que toda la ciudadanía se moviliza alrededor de los libros». Este es, sin duda, el secreto a voces de Sant Jordi: la movilización, la necesidad de conquistar la calle para festejar algo tan etéreo, muchas veces, como la cultura. Algo tan concreto y tangible en un día como este.

Las cifras hablan por sí solas. En las primeras previsiones del Gremi de Llibreters se estima una facturación de 26 millones de euros, con cerca de dos millones de ejemplares vendidos. Siendo importantes y trascendentes –ya que representan un porcentaje altísimo de las ventas anuales– no son las cifras el barómetro más certero para calibrar la intensidad de la jornada, sino la propia efervescencia de la vida en ebullición. Por otra parte, y para sortear polémicas, ya hace tiempo que los libreros descartaron ofrecer listas de los libros más vendidos, al menos estrictamente, y se concentran en las tendencias apreciadas en los distintos puntos de venta callejeros. En la práctica, seguimos hablando de 'triunfadores' porque es evidente que determinados escritores, por circunstancias diversas, se acaban alzando como los más solicitados. Javier Cercas, Xavier Bosch y María Dueñas son los más destacados de este Sant Jordi. En el caso de Cercas, protagonista, con el president Salvador Illa, de la primera edición de unos diálogos literarios auspiciados por la Generalitat, la expectación se ha acrecentado porque su libro sobre el papa Francisco ha coincidido con la muerte del pontífice, una circunstancia que también ha estado presente en las conmemoraciones institucionales.

La Diada no es solo festiva, sino que también tiene su carga política. Este año, con la lengua catalana como telón de fondo. Por un lado, las reivindicaciones de los partidos independentistas, recordando las promesas de una mayor presencia en el contexto europeo. Por otro, el anuncio del president de «nuevos avances en el reconocimiento del catalán en las instituciones europeas», sin llegar al reconocimiento pleno por muy diversas causas, y la promesa de «seguir fomentando su uso en todos los ámbitos sociales». Tras las últimas encuestas de uso de la lengua y con amenazas estructurales a la normalización lingüística y a la propia vitalidad del catalán, la Plataforma Sant Jordi per la Llengua, en la que participan distintas entidades ciudadanas, ha expresado la necesidad de «un futur en català» en una manifestación en Barcelona. Fiesta y reivindicación se han dado la mano en un Sant Jordi que, de nuevo, ha sido multitudinario, pacífico, ejemplar.