Opinión | Estragos de Trump

Alfonso Armada

Alfonso Armada

Periodista.

Barcelona

La ley del más fuerte es la ley de la selva

Un mundo en el que los débiles han de someterse a los matones. Si no es fascismo, se le parece

¿Por qué el Gobierno de Trump está congelando fondos a universidades como Harvard y Columbia?

Alerta por la retirada de visados a universitarios extranjeros en EEUU: "Parece que aprovechan cualquier oportunidad para deportarnos"

El presidente de EEUU, Donald Trump, al final de la pasada semana en la Casa Blanca.

El presidente de EEUU, Donald Trump, al final de la pasada semana en la Casa Blanca. / ALEX BRANDON / AP

En su biografía sobre Montaigne, que Stefan Zweig dejó inacabada sobre su mesa de trabajo en Petrópolis, escribe: “Entre las muchas cosas de que Montaigne ha dudado está también la posibilidad de transmisión de los saberes y las verdades. (…) Se da cuenta de que ni Cristo ni Platón, ni Séneca ni Cicerón han ayudado al mundo y de que en su época son posibles las mismas bestialidades que bajo el cetro de los reyes romanos”. Seguimos devorándonos a conciencia. La ley del más fuerte es la que Donald Trump alienta desde la Casa Blanca minando los cimientos, ya bastante carcomidos, del derecho internacional y de la ONU. Lo que aplica Vladimir Putin en Ucrania y Rusia, y Xi Jimping en el estado capitalista y totalitario chino. A rebufo, Erdogan encarcela al alcalde de Estambul, Bukele vende espacio carcelario en El Salvador a los indeseables de Trump. Un mundo en el que los débiles han de someterse a los matones. Si no es fascismo, se le parece.  

Veamos cinco hitos, estragos de un Trump desencadenado en los primeros cien días de su segundo mandato, rodeado de leales e incompetentes que le han jurado lealtad personal, no a la Constitución: 

Voladura de la globalización con aranceles arbitrarios impuestos a amigos y enemigos (salvo Rusia) con un cálculo que demuestra una ignorancia abismal de cómo funciona el comercio y acusando a Europa y al resto de haberse aprovechado y estafado a Estados Unidos. Un tonto peligroso hace tanto daño al mundo como a su propio país. Tuvo que dar marcha atrás, aunque para muchos el daño es irreversible. “Me están besando el culo”, dijo el mandatario ante las plegarias de quienes pedían compasión y no sanguinarios aranceles.  

Tras la bravata de que pondría fin a la guerra de Ucrania en cien días, culpa a Kiev de haberla iniciado y alaba la fuerza de Putin

Parte del liderazgo económico, industrial e intelectual de Estados Unidos se ha basado en la excelencia de sus universidades: atraer talento. Ahora amenaza a Harvard y otras prestigiosas universidades con detraer fondos federales y suprimir ventajas fiscales si no se someten a sus dictados: eliminar la diversidad, modificar el currículum y perseguir el antisemitismo. 

En la noche de Viernes Santo entrevistaron en RNE a la relatora de la ONU para Israel y los territorios ocupados, Francesca Albanese, que recuerda que el genocidio con Trump empezó bajo Biden, y con la complicidad europea. Mientras Netanyahu, primer líder mundial en ser recibido con pompa mafiosa en la Casa Blanca, prosigue con el exterminio de los palestinos, Trump espera que solo queden escombros (y bajo ellos cadáveres: fosas comunes en Gaza equiparables a las de los nazis) y empezar a construir su Marina d’Or para solaz y olvido.  

La deportación de estudiantes extranjeros con métodos de estado policial por opinar contra el genocidio en Gaza y la promesa de expulsar a millones de indocumentados se ha convertido en caza de brujas y desafío burlón a los jueces. El ejecutivo se impone a un Congreso mudo dominado por los republicanos, y unos tribunales que tratan de salvar la democracia en América. Ni Estado de derecho ni separación de poderes.

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