Opinión | Medio ambiente
Andreu Escrivà

Andreu Escrivà

Ambientólogo y doctor en Biodiversidad. Autor del libro 'Encara no és tard: claus per entendre i aturar el canvi climàtic'. 

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los residuos olvidados

Cada vez consumimos más materiales y, a la vez, reciclamos menos

2025.04.11 - Terrassa - Hercal - Reciclaje de material de escombros de obras - Arena producida con los escombros - Foto Anna Mas

2025.04.11 - Terrassa - Hercal - Reciclaje de material de escombros de obras - Arena producida con los escombros - Foto Anna Mas / EPC

Cuando escuchamos la palabra "residuos", es muy probable que nuestra mente se dirija hacia a los envases de plástico. Estos ubicuos objetos, de uso fugaz pero vida larguísima, han monopolizado el debate social sobre todo aquello que desechamos. Sin embargo, existen otros residuos que merecen nuestra atención. Por ejemplo el cartón, cada día más difícil de gestionar a raíz de la explosión del comercio electrónico y los envíos de paquetería; o la materia orgánica, crucial para el cierre de los ciclos metabólicos urbanos. Pero faltan los más importantes: los residuos derivados de las obras, que llegan a representar un 40% en peso del total.

Esta basura sigue siendo aún la gran desconocida. Vemos desaparecer fincas enteras y elevarse estadios o centros comerciales, pero parecemos no entender que todo aquello sale de algún sitio y se dirige a otro. Los procesos de reciclaje, que ya nos resultan familiares para el plástico o el papel, son todavía minoritarios en el caso de los residuos de la construcción.

Existen distintas alternativas para reducir estos residuos y su impacto ambiental, pero quizás deberíamos mirar más al inicio del proceso que a su final. De la misma forma que en el caso del plástico debe abogarse por un mayor control de la producción en vez de poner todo el foco sobre su reciclaje (y, particularmente, sobre el papel del consumidor individual), los residuos de obra deben ser minimizados en origen. Existen alternativas solventes y probadas, como las viviendas públicas industrializadas construidas y proyectadas en Barcelona, que usan madera y materiales reciclados. Podemos encontrar también materiales menos pesados, de más fácil reciclaje y reaprovechamiento. Y, sobre todo, existe la posibilidad de pensar el diseño.

De la misma forma que la mayor herramienta para minimizar las emisiones es su Plan General de Ordenación Urbana, la mejor manera de reducir sensiblemente los residuos y emisiones asociadas a la construcción es construyendo de una forma distinta. Necesitamos entender que la arquitectura debe implicarse de lleno en la transición ecológica y que, pese a las enormes inercias y resistencias existentes, el cambio es posible y deseable.

En el último informe de la 'Brecha sobre la Circularidad', de la Circle Economy Foundation, se constata que no llevamos el rumbo adecuado. Sí, hablamos cada vez más de economía circular, y la presencia de este concepto en los medios de comunicación no para de crecer. Sin embargo, ello no se traduce en una mejora de los indicadores: cada vez consumimos más materiales y, a la vez, reciclamos menos. Sólo el 7,2% de lo que usamos proviene del reaprovechamiento, lo que significa que más del 90% de los materiales que se consumen anualmente provienen directamente de lo que el profesor Martínez Alier denomina "las fronteras de la extracción".

Esta brecha, que crece año a año pese a los espejismos de acción y concienciación, sólo podrá cerrarse con un cambio radical en la forma en la que construimos y derruimos. 

Suscríbete para seguir leyendo