Opinión | Obituario
Álex Sàlmon

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Periodista

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Vargas Llosa, literatura y política

¿Fue más un hombre de derechas o defensor de las libertades personales y las democracias? Sus obras responden por él. Literatura y pensamiento van en el mismo 'pack'

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Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa / Gtres

Mario Vargas Llosa nunca quiso separar su literatura de la política. Igual que uno de los grandes escritores que tuvo el siglo XX y el motivo por el que acabó viviendo en París: Jean-Paul Sartre. En los años de juventud el autor peruano situó sus libros en un altar. Según fue pasando el tiempo esa admiración desapareció hasta acabar declarando que “ya nadie lee a Sartre”. Pero mantuvo siempre una máxima: el compromiso que tiene todo escritor e intelectual con sus ideas y la sociedad.

En estos últimos días se ha escrito y hablado mucho sobre esa dicotomía que a algunos parece molestar. Un malestar que se resume en cómo un señor de derechas puede satisfacer literariamente a alguien de izquierdas. Neoliberal, se aventuran a calificar los más atrevidos. Profundizando, la cuestión no es tan extraña. Vargas Llosa era un conservador pero que entendía la libertad de pensamiento como una máxima, y así construía sus ensayos y sus novelas.

Desde mi tierna adolescencia, la primera, me empapé de sus novelas. Aconsejado por mi padre y mi tía, los dos lectores de la familia, cayeron en mis manos 'Pantaleón y las visitadoras', 'La ciudad y los perros' o 'La tía Julia y el escribidor'. Antes había sido 'Los cachorros', como lectura obligatoria. La historia de Pichula Cuéllar, un niño al que la vida le cambia cuando Judas, el perro del colegio, lo castra y toda su personalidad se desvanece delante de sus compañeros y la familia. Toda una reflexión sobre el machismo.

Hubo un tiempo que Vargas Llosa fue de izquierdas y después se convirtió en un conservador no nacionalista. Esa es la parte que más molesta al nacionalismo catalán. Defensor del Estado, de las normas y de las estructuras que nos facilitan la convivencia. Ya había aprendido en Latinoamérica lo que representan las revoluciones bolivarianas para las democracias. Y lo repetía. Pero militaba en la discusión. Como las que tuvo con Mario Benedetti. Tan lejos los dos, tan cerca en la construcción inteligente de argumentos, jamás superficiales, siempre profundos.

Cuando Mario Vargas Llosa se presentó a las elecciones en Perú, en 1990, la mayoría de mis amigos de izquierdas comenzaron a denostarlo y a alabar al contrincante Alberto Fujimori. Muchos de ellos, que habían valorado su literatura hasta esos días, cambiaron radicalmente de opinión hasta un punto ofensivo. Finalmente, Fujimori acabó huyendo del país por corrupto y Vargas Llosa publicando, diez años después, 'La fiesta del Chivo', una crítica a las dictaduras de derechas, y después recibiendo el Nobel.

¿Qué fue Vargas Llosa, más un hombre de derechas o defensor de las libertades personales y las democracias? Sus obras responden por él. Literatura y pensamiento van en el mismo 'pack'. Como su reconocimiento por la literatura en catalán. Ya se ha repetido en ocasiones estos días que sus autores preferidos eran William Faulkner y Joanot Martorell, al que leyó de estudiante en Lima con una versión de 'Tirant lo Blanc' de Martí de Riquer. Su rechazo era al independentismo en formato nacionalista, no a la lengua catalana. Pero a algunos les cuenta entenderlo.      

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