Un espectáculo circense
Las chanzas, la ocurrencia estrambótica, el recurso a la exageración han sido siempre patrimonio de las dictaduras
Trump está "en perfectas condiciones para ejercer", según el médico de la Casa Blanca

Salud de Trump está "en perfectas condiciones para ejercer", según médico de Casa Blanca
Las penúltimas informaciones que tenemos sobre Donald Trump es que está fuerte como un roble y que está dispuesto a que las duchas (el agua que mana de las duchas y la potencia con la que sale) vuelvan a ser un espacio de libertad para los estadounidenses. Esto decía el comunicado de la Casa Blanca para justificar la orden ejecutiva que debe echar por tierra las medidas de ahorro del consumo de agua que había implantado Biden: “Al restaurar la libertad en la ducha, el presidente Trump cumple el compromiso de eliminar regulaciones innecesarias y vuelve a poner a los estadounidenses en primer lugar”. Si no fuera que es cierto, todos pensaríamos que la broma proviene de un programa de humor, porque es solo desde la parodia que alguien (el personaje parodiado) puede llegar a pensar que el asunto de las duchas es una prioridad. El añadido (ahora, sí, humorístico) de su “precioso pelo”, que recibirá un tratamiento más estimulante con la nueva regulación, no hace sino remachar el clavo de una práctica habitual de la nueva Casa Blanca: las chanzas, la ocurrencia estrambótica, el recurso a la exageración. Hemos supuesto siempre que, en un sistema democrático, la primera norma (o una de las primeras) es mantener cierto grado de seriedad en la gestión del bien común. Esto no significa que los dirigentes actúen siempre de buena fe y en beneficio del conjunto de la sociedad. Al contrario. Pero incluso en los casos más extremos de los gobiernos conservadores, las medidas que se han adoptado (aumentos de cargas fiscales al trabajo y rebajas de impuestos al capital, reconversiones industriales, pérdidas de inversiones sociales o en educación) han respondido a un programa electoral, a unos pactos, a una voluntad de establecer políticas que responden a un norte ideológico.
Las chanzas, la ocurrencia estrambótica, el recurso a la exageración (o el establecimiento de la exageración y el despropósito como normas esenciales) han sido siempre patrimonio de las dictaduras. Impongo este decreto porque tengo la posibilidad de imponerlo. Pensemos, por ejemplo, en el culto a la personalidad de los estados autoritarios, en determinadas leyes que no se fundamentan sino en designios megalómanos, o en la prohibición estricta, por ejemplo, del sarcasmo o de las fotografías. Por eso tiene trascendencia el cabello de Trump y la presión de las duchas. Porque convierte una medida política (ir en contra de lo que considera un exceso de celo para proteger el planeta) en un espectáculo circense y arbitrario: lo hago por mi cabello y por la libertad de los americanos. Centra el concepto de libertad en la posibilidad de que el agua salga con mayor presión, lo que degrada la idea y refuerza la importancia de lo que es objetivamente menor. Quizá no sea solo una chanza, la ocurrencia estrambótica, el recurso a la exageración. Quizá sea una maniobra sistémica. De la salud hablaremos otro día. El doctor Sean Barbabella, que es un nombre asaz peculiar para un médico, afirma que no ha detectado "anomalías en el estado mental de Trump". Como un roble.
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