Opinión | 'In memoriam'

Joan Manuel del Pozo, presidente del Consell d’Educació de Catalunya

Pilar Figueras, ciudadana educadora

Maestra vocacional y maestra de maestros, fue la impulsora del proyecto de Ciudades Educadoras, que impulsa el papel de las urbes en la educación de los niños

Muere Pilar Figueras, figura clave de la educación en Catalunya

Pilar Figueras Bellot

Pilar Figueras Bellot

La transformación de Barcelona motivada por los Juegos Olímpicos de 1992 tuvo efectos variados y duraderos. Uno de los menos visibles, pero a la vez más universal precisamente porque no lo parece, es el proyecto cívico y educativo de Ciudades Educadoras, hoy una asociación internacional con más de 500 ciudades de los cinco continentes.

El alcalde Pasqual Maragall y la concejala Marta Mata querían que la ciudad fuera más allá de los necesarios y grandes cambios urbanísticos. Aprovecharon la idea de la 'ville éducatrice' del gran pensador y político europeísta Jacques Delors como semilla de lo que acabaría siendo el movimiento de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras.

Pilar Figueras, vocacionalmente maestra y maestra de maestros, fallecida inesperadamente este pasado domingo, fue la persona que asumió con convicción, dedicación y acierto la tarea de impulsar, primero, la convocatoria en Barcelona con la aprobación de la Carta inicial de principios. Sus buenas prácticas enriquecen los valores y profundizan en los procesos habituales de la educación escolar, porque la idea central de la Carta es que la educación de cada niño o joven se nutre de muchas fuentes, además de las académicas, y muy especialmente del entorno vital: la ciudad o pueblo donde se desarrolla la vida cotidiana.

"La ciudad educadora deberá ofrecer a toda la población formación en valores y prácticas de ciudadanía democrática que fomenten el respeto, la tolerancia, la participación, la responsabilidad, el interés por lo público y el compromiso con el bien común"

La Ciudad Educadora interpela a las autoridades locales para que activen todas las capacidades de las personas y de las entidades de todo tipo que conviven en ella, comprometiéndose con la formación integral de las personas de cualquier edad. Se trata de hacer porosas las paredes de los centros educativos, de modo que los valores internos de la escuela se expandan por la ciudad, y que los valores de toda la ciudad entren e impregnen también el interior de los centros educativos formales.

Desde el privilegio de haber compartido muchos años con Pilar Figueras en los más diversos trabajos sobre este proyecto, la he visto promover la reforma de los principios de la Carta, adaptándola a la rápida evolución de nuestras sociedades, y difundirla a través de actividades de formación dirigidas a numerosos equipos municipales y grupos de ciudadanos. La receptividad que encontraba era muy alta, gracias a su entusiasta compromiso, en poblaciones muy diversas del mundo.

Fui testigo directo de su exigencia —basada en su propia autoexigencia— con alcaldes de ciudades tan diferentes como la húngara Budapest o la boliviana Santa Cruz de la Sierra. Y también de cómo obtenía de ellos el reconocimiento de los valores de la Carta.

Sin poder entrar aquí en el detalle de esos valores —de inspiración inicial de la también recordada Marta Mata, y tan bien interpretados y aplicados por Pilar—, quiero cerrar este recuerdo con un fragmento que sintetiza el sentido global del proyecto:

"La ciudad educadora deberá ofrecer a toda la población formación en valores y prácticas de ciudadanía democrática que fomenten el respeto, la tolerancia, la participación, la responsabilidad, el interés por lo público y el compromiso con el bien común".

Hoy más que nunca, en los tiempos que vivimos, necesitamos que este principio inspire tanto a la infancia y la juventud —¿recordamos la necesidad de una educación cívica?— como a adultos y mayores, ante la preocupación por la degradación de las formas éticas y democráticas de convivencia.

Pilar Figueras, promotora de estos valores, merece ser considerada, entre otros muchos méritos, una verdadera y gran ciudadana educadora.