Opinión | Ágora
Elisenda Alamany

Elisenda Alamany

Presidenta del Grupo Municipal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona.

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Barcelona: sobrevivir al éxito

Ahora la cuestión es cómo garantizamos el equilibrio entre los costes y beneficios del turismo en la ciudad

Catalunya aprueba la subida de la tasa turística, que no se aplicará por igual en todos los municipios

Catalunya duplicará la tasa turística y Barcelona podrá cobrar hasta 15 euros por noche

Catalunya duplicará la tasa turística y Barcelona podrá cobrar hasta 15 euros por noche

Exterior del Hotel Catalonia Plaza, en la plaza de Espanya de Barcelona, este martes / Europa Press

Barcelona se ha convertido en una ciudad admirada en el mundo por su singularidad y carácter. Un atractivo que ha hecho que recibamos año tras año millones de turistas en la ciudad, personas que quieren instalarse o que quieren invertir. Una buena noticia...si este éxito no perjudica a la vida de los barceloneses. Y esto es lo que está pasando hoy, que Barcelona corre el riesgo de morir de éxito.

Venimos de dónde venimos y durante muchos años en la ciudad se ha creído que más turismo era sinónimo de mejor turismo. Pero con una ciudad masificada, con barrios orientados exclusivamente al turismo y con un malestar ciudadano creciente, el sentido común de la ciudad ha ido cambiando.

Ahora la cuestión es cómo garantizamos el equilibrio entre los costes y beneficios del turismo en la ciudad. El equilibrio que haga posible una ciudad atractiva para los visitantes y a la vez una ciudad que garantice calidad de vida a los residentes. Un equilibrio que se ha roto cuando vemos cómo de difícil es encontrar un sastre, una librería o una pescadería en distritos como Ciutat Vella; cómo de difícil es vivir en algunos barrios orientados exclusivamente a la actividad turística.

Estoy convencida que hoy el sentido común de la ciudad es que Barcelona tiene que gobernar el turismo para recuperar el equilibrio que nos permita proteger nuestra manera de vivir y nuestra identidad. Y eso quiere decir: desde limitar los apartamentos turísticos porque afecta la disponibilidad de vivienda para los barceloneses; pasando por limitar las tiendas de 'souvenirs', porque su monocultivo impide tener vida de barrio; hasta reducir los grupos turísticos de Ciutat Vella para hacer más plácida la convivencia con sus vecinos/as.

Desgraciadamente, durante muchos años Barcelona también ha vivido de espaldas al país y nos hemos creído poco que somos la capital. Todavía tenemos mucho campo por recorrer para que Barcelona se alinee con los activos que tiene el país y sea la puerta de entrada de nuestro patrimonio o gastronomía. Pero lo que quiero subrayar, por encima de todo, es que gobernar el turismo es revertir los beneficios que genera en aquellos barrios que más lo sufren. Porque, como escribía unas líneas más arriba, si no lo hacemos, corremos el riesgo de morir de éxito.

En este sentido, Barcelona recauda hoy 100 millones de euros anuales por el recargo municipal al impuesto turístico que impulsó Esquerra Republicana. Este es un instrumento que nos permite compensar la carga que comporta cada turista a las arcas municipales. Porque tenemos que ser conscientes que los barceloneses hoy estamos subvencionando el turismo y hacen falta herramientas para enderezarlo. Y pongo como ejemplo servicios públicos subvencionados por las administraciones catalanas, como el billete del metro, el precio del cual solo cubre la mitad del coste del servicio. El resto lo pagan nuestros impuestos; impuestos que no pagan los turistas.

En este sentido, Barcelona recauda hoy esta tasa que pagan los turistas y que tiene que servir para mitigar los impactos negativos que el turismo genera, pero hoy no es así. Hoy estos ingresos van a parar a la bolsa común del Ayuntamiento, sin consignación ni trazabilidad, perdiendo así una oportunidad para recuperar el equilibrio perdido. Y esto tiene que cambiar.

El nuevo recargo, que doblará el actual, hará que Barcelona pase a ingresar 200 millones de euros cada año por el turismo y hemos conseguido que se ponga en marcha la creación del Fondo para el Retorno del Turismo, para que estos ingresos se destinen exclusivamente a las zonas de la ciudad donde el turismo tiene un impacto más alto.

Esto quiere decir inversión en más servicios de limpieza, subvenciones para la insonorización de ventanas en las viviendas de las calles con más concentración turística, compra de viviendas en zonas tensionadas, fomentar y proteger los comercios de barrio e históricos o la creación de nuevos equipamientos comunitarios.

Hoy la ciudad ya dispone de los recursos para compensar, reparar y garantizar que los vecinos no paguen las consecuencias del turismo. Un paso imprescindible para que el turismo revierta positivamente en todos los barceloneses y para recuperar y garantizar el equilibrio. El equilibrio que evite una paradoja: que la ciudad que los turistas vienen a visitar acabe desapareciendo.

Un equilibrio para garantizar que Barcelona siga siendo Barcelona y que la ciudad que tanto amamos sobreviva al éxito.