
Vicepresidente de Políticas Urbanísticas y Espacios Naturales de la AMB

Damià Calvet
Damià CalvetVicepresidente de Políticas Urbanísticas y Espacios Naturales de la AMB
Vicepresidente de Políticas Urbanísticas y Espacios Naturales de la AMB
Rediseñar la metrópolis para impulsar el país
Estamos haciendo evolucionar el PDUM tejiendo alianzas con todo el país para llegar a la aprobación inicial a principios de 2026

Vista aérea del área metropolitana de Barcelona desde Santa Coloma de Gramenet. / Zowy Voeten
El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) ha decidido someter el Plan Director Urbanístico Metropolitano, el PDUM, a una segunda aprobación inicial. Esta no es una situación anómala ni imprevista, entra plenamente dentro de la lógica del proceso de redacción y aprobación de un planeamiento y, por tanto, se está abordando de la forma que corresponde.
Ciertamente, la elaboración y tramitación del planeamiento urbanístico puede ser de una lentitud exasperante, pero es importante entender que el propósito no es redactar un documento técnico –a pesar de que tendrá que tener solvencia técnica y jurídica- sino construir una diagnosis y una visión compartidas, integrar necesidades de varios actores que a menudo son contradictorias y encajar intereses locales y lógicas supramunicipales que no siempre suman. Hablamos de un proceso de concertación que requiere tiempo, pero que es indispensable transitar si se quiere cerrar un plan de largo recorrido, estructural y de consenso, que no esté sometido a los ciclos políticos ni a la coyuntura del momento.
La aprobación inicial del plan y su información pública, consulta institucional y solicitud de toda la batería de informes sectoriales no es un final de trayecto, sino que es el mecanismo previsto para testear y mejorar la propuesta. Este es el objetivo. Es el momento en que se pone una propuesta completa sobre la mesa, en el cual todos los actores se expresan y se posicionan y en que el equipo redactor recoge todos los ingredientes que necesita para hacer evolucionar el documento. Y si las observaciones que se han hecho comportan cambios de cierta entidad, lo normal, lo que se hace, por transparencia, buen gobierno y seguridad jurídica, es una segunda vuelta antes de cerrar, aprobar provisionalmente y enviar el documento al Departament de Territori, Habitatge i Transició Ecològica de la Generalitat de Catalunya para la aprobación definitiva.
Las 5.498 observaciones que se han hecho al PDUM no son un problema ni un estorbo, sino un regalo y una garantía. La reflexión que han generado ayuda a definir un plan más estratégico, más director, más adaptativo en el tiempo, más claro y fácil de desplegar, de mayor solidez y seguridad jurídica y mejor trabado en cuanto al periodo transitorio entre su aprobación y la del futuro Plan de Ordenación Urbanística Metropolitana, el POUMet. Ambos instrumentos modernizarán el famoso PGM, que pronto cumplirá 50 años, incorporando vectores de cohesión social y sostenibilidad que nos permitan gobernar el urbanismo metropolitano con vocación de servicio a la gente que vive, trabaja y se relaciona en nuestro territorio.
Tenemos que ser conscientes del proceso de análisis y de reflexión ingente que ha generado el PDUM, de las lecturas de conjunto del territorio metropolitano que nos ha facilitado y que hasta hace poco no formaban parte de nuestra agenda, de los actores que ha movilizado, de los debates que ha suscitado entre las lógicas locales y las metropolitanas, de las preguntas sobre el futuro que nos ha obligado a plantear y responder. Hemos hecho mucho recorrido para poder conectarnos plenamente con la agenda modernizadora que mueve el mundo en materia de planificación territorial.
Estamos haciendo evolucionar el Pla Director Urbanístic Metropolità para hacer una nueva aprobación inicial a principios de 2026, siguiendo el guion previsto. El PDUM no es un simple plan de la institución que representa el Àrea Metropolitana de Barcelona, es un plan de todos y requiere de un espíritu proactivo de los 36 ayuntamientos que conforman el área y de la Generalitat de Catalunya. Rediseñar el espacio metropolitano con ambición y voluntad de liderazgo, tejiendo alianzas con el país entero, significa generar oportunidades de progreso para todos porque el urbanismo, aunque pueda parecer algo teórico, tiene un impacto social enorme. Permite materializar cuestiones esenciales para el bienestar de las personas: más espacios verdes, avenidas metropolitanas con una movilidad activa y sostenible, centrada en el transporte público, o nuevos barrios que combinen usos económicos y residenciales, con más vivienda asequible.
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