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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Ante Trump, ¡sensatez!

El Gobierno y el PP están forzados a llegar a acuerdos ante una guerra de aranceles«en la que los peores escenarios económicos se están materializando»

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump / Jim LoScalzo- Pool via CNP / Zuma Press / Contacto

La guerra de aranceles, desencadenada por Trump la pasada semana, escaló ayer con un rifirrafe con China. Las exportaciones americanas a China pagarán un 84% y los productos chinos un 125% en Estados Unidos. Las bolsas siguieron cayendo, pero luego las americanas rebotaron cuando Trump, tras pavonearse de sus medidas y decir que los dirigentes de muchos países le llamaban y le “besaban el culo”, anunció una tregua de 90 días en las tarifas recíprocas de los países que no habían tomado medidas de retorsión. ¿Es una marcha atrás, asustado por la debacle de los mercados, el nerviosismo sobre los bonos americanos, e incluso las críticas -Elon Musk- de su propio campo? Quizás, pero queda el recargo del 10% y la palabra de Trump…  

Lo cierto es que el miedo se ha apoderado de las bolsas y un gran desconcierto domina las opiniones públicas. En España, el Ibex, que llegó a alcanzar el 13.500, cerró ayer en 11.797 y la revalorización del 15% se ha ido abajo. Y según una encuesta del lunes, el 59% de los españoles creen que vamos hacia un mundo más violento y el 47% temen una tercera guerra mundial. Hay motivos. Trump no puede ningunear a Xi Jinping, que manda en la segunda economía del mundo y, además, reivindica Taiwán.  

Todo es incierto y mientras Sánchez se verá el viernes con Xi Jinping en Pekín, el gobernador del Banco de España, José María Escrivá, que fue ministro de Sánchez, ya ha dicho que tendrá que revisar a la baja la previsión de crecimiento del PIB del 2,7% (aún no se atreve a decir cuánto). Y ha añadido al 'Financial Times', que lo destaca en su portada digital, que "algunos de los peores escenarios posibles se están materializando".

La UE -salvo Hungría- está reaccionando unida y en este nuevo escenario de miedo, que no sabemos hasta dónde llegará, está claro que España, un país pequeño, pero no de los más pequeños de la UE, no puede permitirse el lujo de seguir gastando el tiempo en sus querellas internas. Necesita más coherencia para ser más escuchada en Europa y tomar las medidas necesarias. Y parece que hay una positiva inflexión. El Gobierno, con el ministro Carlos Cuerpo, que huye de la confrontación, y el portavoz económico del PP, Juan Bravo, están hablando y buscando algún acuerdo. Pese a que en la sesión de control la vicepresidenta Montero y la secretaría general del PP, Cuca Gamarra, siguieron como si no pasara nada.

Ante la gran incertidumbre mundial, el PP y el PSOE deben asumir que son los dos grandes partidos y que algún consenso entre ellos es ahora obligado. Caso contrario, lo pueden pagar. Pese a que España es el país que más crece de la UE y a que se ha creado empleo, la última encuesta conocida, la de 40DB del lunes, dice que el PSOE ha perdido un 2,2% de estimación de voto respecto a las elecciones del 2023. Pero este retroceso no favorece al PP, que ha culpado a Sánchez de romper España y de todos los males, pues el partido de Feijóo se estanca; perdería hoy un 0,5% del voto. La gran crispación no ha beneficiado a ninguno de los dos. ¿Qué pasaría si ante esta crisis siguieran en incompatibilidad total?

Además, la izquierda del PSOE -que proclama que el PP solo defiende a los ricos y que los socialistas son cobardes- no pierde fuelle, sino que se desploma. Sumar baja 7,2 puntos en intención de voto y si le sumamos Podemos (en el 2023 fueron juntos) el descenso es de 4 puntos. Y Podemos (3,3%) está solo medio punto por encima de SALF (Se Acabó La Fiesta). Solo sube Vox y la extrema derecha que cuestiona el sistema democrático y autonómico, que sumarían el 17% de los votos. 

Si ahora el PSOE y el PP no asumen lo incontrovertible -que si en Europa colaboran, aquí no se pueden matar- la moderada desafección que sufren se podría disparar. No se trata de que gobiernen juntos como pasará en Alemania, donde la CDU ha excluido cualquier pacto con la extrema derecha y gobernará con el SPD, pero sí de que acepten que viven en el mismo país, que son los dos grandes partidos, que no se pueden liquidar el uno al otro y que en algunos asuntos deben llegar a acuerdos. Y mucho más en estos momentos de crisis e incertidumbre mundial que pueden tener graves consecuencias. No solo económicas. La acumulación de la crisis y la incertidumbre Putin más Trump exigen un mínimo de sensatez.

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