Chocolate antifascista
La alegoría contra la extrema derecha nos informa que, aunque no está claro que aplastemos al fascismo, lo que es seguro es que nos lo comeremos

Mona antifascista.
Cuando Pere Català Pic fotografió la alpargata de siete vetas que pisa una cruz gamada, tendida de noche en un suelo de adoquines brillantes porque hace poco que ha llovido, no podía imaginar que la alpargata, las vetas, el pavimento y la esvástica acabarían siendo una mona de Pascua. Era el otoño de 1936 y aquella instantánea se convirtió en el primer cartel fotográfico del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, creado por Jaume Miravitlles con la ayuda de gente como el propio Pere Català. Para André Malraux, este “Aixafem el feixisme” era uno de los mejores carteles de guerra jamás vistos. La iconografía es sencilla y poderosa: es una humilde alpargata que no sólo pisa, sino que desmenuza, el poderoso, devastador símbolo nazi. Las grietas que el impulso republicano y democrático provoca en la esvástica han sido, durante muchos años, emblema gráfico de la resistencia antifascista.
Ahora, una pastelería de Olot especializada en chocolate (con el nombre de Cacau) ha convertido esa imagen mítica en una escultura dulce de más de dos metros y 130 kilos que el Lunes de Pascua será troceada en una ceremonia popular que ya hace unos años instituyeron para celebrar la tradición de la mona. La 'Trencada' se llevará a cabo el 21 de marzo en la Plaça Major de Olot y consistirá, como es habitual, en un acto donde se compartirá el chocolate hecho trozos y, en este caso, “el fascismo tirado en el suelo”. Uno de los lemas de Cacau es, y no porque sí, “artesanía o barbarie”. El barro que los hijos de Pere Català (entre ellos, el reconocido fotógrafo Francesc Català Roca) compraron en la calle Tallers para poder amoldar la esvástica (luego agrietada) se convierte ahora en chocolate blanco de la mano de Lluís Riera, uno de los artífices de la mona monumental y combativa. Visto cómo avanza el mundo, aunque sea por un día, aunque sea una resistencia dulce, la alegoría contra la extrema derecha nos informa que, aunque no está claro que aplastemos al fascismo, lo que es seguro es que nos lo comeremos.
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