Opinión | Contexto bursátil

Eduardo López Alonso

La bolsa y la vida: Fenómenos extraños y riesgo de 'crash'

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump / Niall Carson/PA Wire/dpa

La errática política exterior de EEUU y de Donald Trump ha sumido a las bolsas en incertidumbres de alto voltaje. Rotas las correlaciones lógicas de antaño, especialmente las que vinculaban la evolución de Wall Street con las bolsas europeas, vaticinios y previsiones tienen fundamentos movedizos. Resulta que las premisas y argumentos que se están defendiendo tienen el poder de convicción de las sucesiones de Fibonacci, más bien poco. Desde este punto de partida, resulta aventurado prever crisis o grandes revalorizaciones, exorbitadas ganancias o 'crashes' inminentes. 

La polifonía de análisis se mantiene y los expertos se atrincheran en sus propios postulados a la espera de desenlaces que siguen sin llegar claros. La mayoría de economistas coinciden en que la política de Trump conlleva inflación, pero nadie se arriesga a dar porcentajes futuros. La Reserva Federal se resiste a bajar los tipos de interés con razones sobradas, ante un panorama imprevisible. 

En este contexto, aparecen teorías de la conspiración señalando, por ejemplo, que Trump ha diseñado un maléfico plan para afianzar el papel de las criptomonedas y dar marcha atrás en el liderazgo del dólar como divisa de referencia a nivel mundial. Es lo que afirma Wolfgang Münchau, cofundador y director de Eurointelligence. La revalorización del bitcóin y del oro (en nivel de récord) abonan la verosimilitud de estos planteamientos. 

Sin embargo, no queda claro. El control monetario es un arma potente para desarrollar políticas públicas y su desmantelamiento rompe la estabilidad de los últimos decenios tanto para el mundo como para EEUU. 

Venden los institucionales compran los particulares

El proveedor de datos del mercado Vanda Track ofrecía recientemente a través de 'Financial Times' una información especialmente alarmante. Según parece, los inversores particulares han invertido casi 70.000 millones de dólares en renta variable estadounidense este año, mientras que los gestores financieros profesionales están recortando su exposición al mercado por el temor a las políticas de Donald Trump. Vamos, que predominan las ventas entre los que conocen los entresijos del negocio y los particulares, tradicional carne de cañón en los negocios, siguen comprando. También siguen ganando los expertos pero en posiciones cortas y apostando por las bajadas de los precios. Eso explicaría la razón del por qué no se ha producido un 'crash' en Wall Street pese a las barbaridades impulsadas por Trump. 

El optimismo de los particulares choca con el pesimismo de los profesionales. En otros tiempos, eso sería un indicador clave para salir de estampida, pero en estos años movedizos ni siquiera las premisas otrora válidas son adalides del 100% para el éxito y más allá. Y entre tautologías y pleonasmos navega el inversor dispuesto a jugársela sin certezas de las de verdad. 

Datos de Goldman Sachs también confirman que los inversores importantes venden y que los particulares siguen poniendo su dinero en valores en franco reajuste tras alzas pasadas considerables. Ahorros de toda la vida siguen comprando acciones de compañías que más ganaron en los dos últimos años pero que han sufrido grandes pérdidas en 2025: Tesla y Nvidia son un ejemplo. Y Tesla, por el fatídico influjo de Elon Musk, está perdiendo ventas en Europa a ritmo acelerado (caída del 70% en Alemania y más del 50% en España, por ejemplo). Pero por otra parte también existen firmas y analistas que apuestan por el éxito del taxi autónomo de la compañía (que supondrá el 90% de sus ingresos en cinco años, según las previsiones),

Los inversores particulares siguen siendo optimistas respecto a la renta variable de Wall Street a pesar de las intensas turbulencias de este año, desencadenadas por los erráticos planes arancelarios del presidente y la aparición de la empresa china de inteligencia artificial DeepSeek. Poner aranceles incentiva más las desconfianzas y las incertidumbres, que son lo único seguro a día de hoy a la espera del ajuste previsto.