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Álex Sàlmon

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Periodista

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El libro sobre Bretón y su rostro asesino

No ha lugar en hacer enmudecer una obra que nos interpela, nos abofetea, ni iniciar una campaña contra la editorial y su escritor

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José Bretón, en el juzgado, el día que un jurado popular lo declaró culpable de matar a sus dos hijos

José Bretón, en el juzgado, el día que un jurado popular lo declaró culpable de matar a sus dos hijos / EFE| SALAS / EFE

Malo sería que 'El odio' (Anagrama, 2025) de Luisgé Martín provocara contra el escritor ni una mínima porción de la inquina que acumuló José Bretón contra Ruth Ortiz y que lo condujo a matar a sus hijos y provocar un dolor imposible de superar a su ya entonces expareja. La campaña desatada contra el autor y la editorial es tan infame que cuesta encontrar palabras que la atemperen, sobre todo viniendo de personas que no han leído el libro.

La polémica conduce de inmediato, como a otros, a Truman Capote y su 'A sangre fría'. El autor fue el primero que introdujo la denominación de “novela de no ficción”, que parece en sí misma una contradicción, pero no lo es gracias a que persigue acercarse a un hecho real con datos, fuentes, informes y declaraciones, a través de una narración que apele a la verdad. Y así Capote popularizó un brutal asesinato a los cuatro integrantes de la familia Clutter en la Kansas profunda, acercándose sobre todo a uno de los criminales. ¿Humanizó Capote a Perry Smith, uno de los asesinos? La pregunta es una recomendación a su lectura.

En el caso de Luisgé Martín, el escritor trabaja con una entrevista realizada en prisión, muchas llamadas telefónicas y cartas de Bretón, además de toda la información que tiene sobre el asesinato y su juicio. Con ello construye una narración que se acerca a las entrañas de la maldad del personaje y sus contradicciones. Es cierto que la obra podría haber sido encajada en otra colección que Anagrama tiene para ensayos o reportajes, pero el estilo narrativo del libro supera lo puramente periodístico. Fiel a Capote. Una novela de no ficción.

Existen tres cuestiones que molestan con su publicación. La más importante es que reabre las heridas de la madre, que jamás serán cicatrizadas. La segunda, que el autor ha prescindido de la mirada de la madre. La tercera es el temor a la humanización de un asesino capaz matar a sus hijos para hacer daño a su madre. La primera es imposible superarla. Seguro que cada 8 de octubre es un calvario para Ruth Ortiz. La segunda es un error con las actuales consecuencias. Sobre la tercera, la lectura de la obra no te conduce a esta conclusión. Cito un párrafo del libro.

“Voy a detenerme un momento en una contradicción existencial: Bretón quería que la policía creyera su versión de los hechos, su inocencia, pero que Ruth, al mismo tiempo, supiera que el causante de su dolor había sido él. La venganza (…) exige la reivindicación del escarmiento. No basta con que el otro sufra: es necesario que sepa por qué sufre y quien ha sido el ejecutor del castigo. Bretón no podía correr el riesgo de que Ruth Ortiz llegara a pensar que los niños habían sido realmente secuestrados por un desconocido”. La maldad es estado puro.

¿Cómo se puede ser tan criminalmente retorcido? De ahí parte el interés literario de Luisgé Martín hacia la oscuridad de Bretón. Los ingredientes psicológicos están en la literatura negra que tanto atrae. Por ello, no ha lugar en hacer enmudecer una obra que nos interpela, nos abofetea, ni iniciar una campaña contra la editorial y su escritor. Y menos sin leer una frase del libro.           

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