Opinión | NADA ES LO QUE PARECE
Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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¿No quieren oír lo que Illa les quiere decir?

Salvador Illa durante la conferencia 'Catalunya lidera' junto a María Jesús Montero.

Salvador Illa durante la conferencia 'Catalunya lidera' junto a María Jesús Montero. / José Luis Roca

Salvador Illa es corredor de maratones. El domingo pasado hizo la de Barcelona con un muy buen registro. No es un esprínter. Eso, en política, quiere decir que no se comporta ni como un oportunista ni como un populista. No dice siempre todo lo que piensa, pero todo lo que dice lo piensa. Como buen excalcalde tiende a hablar para todos, no solo para los suyos. En los años que lleva en primera línea nunca ha tenido que rectificar un exabrupto, tampoco un tuit facilón. Si hace falta, como hace falta ahora con los trenes, pide disculpas. Lleva mucho tiempo hablando con gente de Madrid. Lo hizo en los años duros del procés como secretario de organización del PSC, lo hizo como ministro de Sanidad y luego como jefe de la oposición a Pere Aragonès apoyando proyectos que pensaba que eran buenos para Catalunya. Illa tiene una buena interlocución con empresarios, sindicatos, instituciones del Estado y dirigentes de otros partidos aunque no la exhiba impúdicamente.

Este jueves fue al Círculo de Bellas Artes de Madrid a decir en público lo que tantos ya han escuchado en privado. No tuvo la audiencia que se merecía la seriedad con la que habló sin concesiones al pim-pam-pum: pidió confianza en Catalunya, a las empresas y a las instituciones, porque cuando Catalunya lidera, España va bien, y propuso un impulso económico que genere una prosperidad que se comparta territorialmente. Muchos que no fueron estarían seguramente de acuerdo, pero en el Madrid atrincherado ir a una conferencia de un miembro del partido socialista que no apuñale a Sánchez no está muy bien visto. Lástima. Pero, no se olviden: Illa corre maratones, corre a velocidad casi constante al margen de los desniveles del trazado. Así que seguirá diciendo lo mismo si acaba gobernando el PP o si algún día el PSOE lo volviera a hacer con mayoría absoluta. Todo lo que dice, lo piensa. Midiendo las palabras tan milimétricamente que no las tiene casi nunca que cambiar. En público y en privado. En Barcelona y en Madrid. Vale la pena escucharlo. Volverá. 

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