Opinión | Tribuna
Jaume Collboni

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Alcalde de Barcelona

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Barcelona

La verdad de Barcelona

En el entorno de la capital se configura una gran ciudad, una ciudad real, de cinco millones de habitantes, que sobrepasa términos municipales

MULTIMEDIA | Cómo gobernar la Gran Barcelona de 5 millones de habitantes

Vista aérea del área metropolitana de Barcelona desde Santa Coloma de Gramenet.

Vista aérea del área metropolitana de Barcelona desde Santa Coloma de Gramenet. / Zowy Voeten

¿Cómo articular mejor el territorio de la metrópoli de Barcelona? ¿Cómo hacerla más próspera, más competitiva y más equitativa? Esta cuestión, a la vez antigua y tremendamente actual, es el centro de un debate que gana impulso, en buena parte impulsado por la sociedad civil.

Es un debate necesario. Es evidente que en el entorno de Barcelona se configura una gran ciudad, una ciudad real, de cinco millones de habitantes, que sobrepasa términos municipales. Por eso, dejada atrás una década de ausencia de política territorial activa de la Generalitat, hay que hacer frente a ideas preconcebidas más ligadas al pasado que al futuro e incluso al presente.

La autonomía municipal es uno de los principios de nuestro ordenamiento jurídico que debemos defender con firmeza. El trabajo compartido en el ámbito metropolitano nos hará ganar eficiencia en el ejercicio de las competencias municipales y mejorará la colaboración entre todas las instituciones para poder atender mejor a las demandas y necesidades de los ciudadanos y ciudadanas.

También hay camino por recorrer en cuanto al reconocimiento de la realidad metropolitana en España. Hoy, el AMB no está suficientemente considerada por la legislación estatal. La Administración central podría tener un papel más activo para incentivar a las agrupaciones metropolitanas de municipios. Hay que tomar nota del Reino Unido, donde el recientemente publicado 'English Devolution White Paper' muestra un interesante camino a seguir en la devolución de poderes hacia las administraciones más cercanas a la ciudadanía.

La ciudad de los cinco millones es una realidad en la vida de las personas que la habitan, no un ideal para construir una Gran Barcelona desconectada ni desentendida de su entorno. La ciudad de los cinco millones es una realidad tan cierta como lo es la creciente naturaleza metropolitana del Camp de Tarragona o Girona. Ésta es la verdad de Barcelona.

"El mundo rural merece mejor consideración"

La región metropolitana de Barcelona se basa precisamente en las interrelaciones de un gran número de municipios. Y debe apoyarse en la imprescindible simbiosis de la metrópoli con el conjunto del país, garantizando las máximas oportunidades y la prosperidad de todos.

Esto es justamente lo que plantea la hoja de ruta del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona. Es importante fortalecer y reconocer el papel de las ciudades medias en Catalunya, como las del llamado Arc Metropolità, que son una verdadera bisagra entre la metrópoli y el resto del país. No podemos obviarlo. El mundo rural también merece una mejor consideración atendiendo a las cargas que soporta en aspectos como el agua, la alimentación, la energía o incluso la atracción de talento.

Trabajar por la Barcelona metropolitana significa poner la fuerza urbana al servicio del progreso de toda Catalunya.

Este compromiso toma aún más sentido en la escala global. Las previsiones demográficas indican que la región metropolitana de los cinco millones de habitantes no habrá alcanzado los seis millones en 2050. Seguiremos siendo una metrópoli de escala humana que, bien articulada internamente y con el entorno, podrá mejorar su competitividad con las principales urbes del planeta. Es decir, en un mundo de ciudades globales, la Barcelona metropolitana no sólo no hará invisible a Catalunya, sino que contribuirá poderosamente a proyectarla en el mundo.

El compromiso de Barcelona con la región metropolitana busca fortalecer y articular las interdependencias con el conjunto de Catalunya. Barcelona quiere hacerlo sobre la base de la solidaridad y con la conciencia de formar parte de un proyecto común inseparable. Esto es, como capital global, catalana y metropolitana.