Opinión | Corto y al pie
Gemma Martínez

Gemma Martínez

Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

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¿Por qué el caos ferroviario no se resolverá en un día?

Caos a l’estació de Sants ahir al matí durant el primer dels dos incidents registrats en poques hores a la xarxa ferroviària. | JORDI OTIX

Caos a l’estació de Sants ahir al matí durant el primer dels dos incidents registrats en poques hores a la xarxa ferroviària. | JORDI OTIX / Jordi Otix

Desplazarse en tren desde Barcelona hacia el sur es un ejercicio de alto riesgo, sea cual sea el destino final y sea cual sea el gestor de la infraestructura. Hace dos domingos tardé 9 horas en viajar de la capital catalana a mi tierra, a Valencia, frente a las 2h58 minutos que debía durar el Euromed. Seis horas de retraso que provocaron que, en vez de comer con mi familia, pasara medio domingo dentro del tren, en Oropesa (Castelló). La megafonía se quedó sin voz. Solo en una ocasión dijo que una incidencia en la vía de Adif era la responsable de que el tren estuviera detenido y que personal especializado trabajaba para solventarla a la mayor brevedad posible. Después, cuatro correos electrónicos de Renfe me explicaron que seguía en Oropesa, como si yo no lo supiera, y me pedían que disculpara las molestias. Pero sin ninguna estimación de a qué hora se iba a reanudar el viaje, si es que eso sucedía. Solo el interventor, al ser interceptado por los pasajeros, dijo que dos horas no nos las quitaba nadie y que teníamos una puerta abierta por si queríamos bajar del tren. Lo dijo poco antes de que los pasajeros acabaran con las existencias de comida de la cafetería. Aun así, pude comprar unos cacahuetes por 2,6 euros. Al refresco, eso sí, me invitó la azafata. Generosidad sin límite. Finalmente, la incidencia, que se debía a una obra que dejó la catenaria sin tensión y que interrumpió todos los servicios entre Barcelona y Valencia durante 4 horas, se resolvió y llegué a la hora de la cena

Revivo lo ocurrido porque ejemplifica el caos que estos días vive el transporte ferroviario en Catalunya, tanto en Rodalies, como en regionales y en media y larga distancia, sobre todo hacia el sur. Modernizar las infraestructuras, renovar la flota, aumentar la seguridad y acabar proyectos estratégicos es un trabajo mastodóntico, que no se resolverá en un día ni en una legislatura. Además, las inversiones en marcha son cuantiosas y las obras, lentas, enmarañadas con voluntades políticas, técnicas, empresariales y sindicales no siempre coincidentes. Pero cabe ordenar las prioridades y trabajar en la misma dirección, sin eludir responsabilidades. Y, sobre todo, urge mejorar la información a los usuarios y no tratarlos como borregos durante 9 horas en un tren.

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