El feo de Rufian
Con Évole lo petó. Arrasó el programa en audiencia y se mostró descarnadamente sincero. Puso en el mapa a la Torre de l’Espanyol. Aunque cometió el desliz de llamarlo ‘pueblo feo’, lo que ha causado un cierto revuelo.

Gabriel Rufián, en el programa de Jordi Évole. / La Sexta
Gabriel Rufian veranea en la Ribera d’Ebre, en un pueblo tan modesto como acogedor llamado la Torre de l’Espanyol, a los pies del Tormo, el macizo que preside la sierra que envuelve el municipio
Desde su imponente cima se divisa la Ribera, la Sierra de Llaberia, los meandros del Ebro, los molinos de viento y la central nuclear de Ascó con sus llamativas chimeneas, las que contaba Rufian en Lo de Évole. En realidad son torres de refrigeración que expulsan vapor de agua.
Lo sabe bien Rufian que casi a diario, durante un par de semanas, madruga y se sube a la cima del Tormo, incluso al trote. Doy fe de ello. Sólo o en compañía. De otros veraneantes o de paisanos. Como Roger que es ambas cosas.
Año tras año, va para la década, Rufian se refugia en el pueblo y en la vida más apacible posible. Incluso monótona. Alquila una modesta casa y se lanza a una rutina que le encanta. Casi todo el día metido en el recinto de la piscina municipal, con amigos que van y vienen, rodeado de las gentes del lugar. Es una estampa tan habitual que pasa inadvertida. Tomando el sol, echándose unas cañas, devorando un bocadillo o el plato del día, bromeando con vecinos, jugando con su hijo mayor. Ahora también con el peque. Y con su compañera. O con los hijos de sus amigos o con éstos a putearse amistosamente en la piscina, un espacio imprescindible en un pueblo que roza las temperaturas más altas del verano en Catalunya.
Le encanta lo que le da la Torre. Esa paz, ese fusión con el árido entorno, esa vida sencilla.
Con Évole lo petó. Arrasó el programa en audiencia y Rufian se mostró descarnadamente sincero. Puso en el mapa a la Torre de l’Espanyol. Aunque cometió el desliz de llamarlo ‘pueblo feo’, lo que ha causado un cierto revuelo y algún mosqueo.
La Torre no es un monumental. No es Besalú, ni Arnes. Es un pueblo vital, ocre, que sobrevive a la diáspora rural. De largo invierno. A un tiro de piedra de la rica Ascó. Lo seductor es el remanso de paz y convivencia en que lo han convertido sus acogedoras gentes, como Pilar que es un torbellino. O Pepe, un jubilado que exhibe con orgullo los productos de su huerta. Tomates de palmo. Lo que no quita que cuando son fiestas de verano, las viven a tope. Rufian, uno más.
Es eso lo que atrae al flamante diputado a este pueblo de olivares que sobrevivió al incendio devastador de julio de 2019. Rufian volverá. E igual, un año más, pese a un chascarrillo que desmerece su aprecio sincero por la Torre de l'Espanyol. Un lugar alejado del mundanal ruido que le hace sentir bien.
Suscríbete para seguir leyendo
- Thiago Alcántara, Jordi Alba y el exlíder local de ERC postulan precandidatura conjunta a la presidencia del CE L'Hospitalet
- Vivian Jenna Wilson, la hija trans de Musk, protagoniza la portada de 'Teen Vogue': 'Mi padre es un niño patético
- Hace 40 años que soy docente y desde hace diez, la profesión se ha vuelto insoportable
- El puente romano de Talavera de la Reina no era romano y ya se derrumbó en al menos 8 ocasiones
- El exalcalde de Sabadell Manuel Bustos asegura que ha sido 'víctima' de las 'cloacas' del Estado y Catalunya
- El 74% de las personas mayores con problemas de salud mental dicen sufrir edadismo
- Antena 3 toma una determinante decisión sobre el futuro de 'La ruleta de la suerte': así será su nueva etapa
- Anorexia, ansiedad, picor, temblores o vómitos: así son los efectos adversos a los fármacos en perros y gatos