Hace cinco años
El feminismo sigue siendo necesario. El mundo se está volviendo más feo y más loco. La lucha no ha terminado, porque todavía se pretende confundir igualdad con privilegio y porque los discursos de odio han ganado espacio sin pudor

Barcelona 08/03/2023 8-M 8M Manifestación día de la mujer trabajadora de Pl Universitat a Arc de Triomf. feminismo machismo violencia de género Fotografía de Ferran Nadeu / FERRAN NADEU / EPC
Cayó en domingo. Comí con la familia y después quedé con unas amigas para ir a la manifestación del 8M. Vivíamos fuera de Barcelona y pensé que lo mejor era ir en tren. En Italia, 14 millones de ciudadanos ya estaban confinados y al día siguiente lo estaría todo el país.
A pesar de trabajar con la información como periodista y estar al corriente de la extensión del COVID por el mundo, no podíamos imaginar lo que era. El tren para ir al centro de Barcelona estaba hasta los topes, íbamos como sardinas y recuerdo sentir una cierta incomodidad, la sensación de que algo estábamos haciendo mal. Al cabo de unos pocos días, esa misma semana, antes del estado de alarma, cogí un catarro épico con fiebre que me dejó en cama unos cuantos días. No fue a más, pero para cuando me recuperé ya estábamos todos encerrados en casa. No sé si fue COVID lo que tuve porque entonces no había test, pero ese catarro no fue normal. Me la jugué porque me hacía ilusión llevar a mi hija de tres años a su primera manifestación. La toma de conciencia. La ilusión de un cambio posible. El orgullo de los primeros 8M multitudinarios.
En estos cinco años que han pasado desde ese 8 de marzo, una parte de la sociedad ha reaccionado compensando la fuerza del movimiento que explosionó en las manifestaciones del 2017 y el 2018, y que en España ha hecho mover las cosas. Leyes que han ido más allá de lo imaginado para forzar un cambio de mentalidad necesario. Había que imaginar el remolino.
Por ello el feminismo sigue siendo necesario. El mundo se está volviendo más feo y más loco. La reacción ante los avances logrados ha sido brutal, como lo es siempre cuando se desafían estructuras que llevan siglos en pie. La lucha no ha terminado, porque todavía se pretende confundir igualdad con privilegio y porque los discursos de odio han ganado espacio sin pudor.
Por eso seguimos en las calles. Porque si el mundo se ha vuelto más caótico y agresivo, más nos corresponde a nosotras recordar que la justicia y la dignidad no son opcionales.
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