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Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

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¡Es la velocidad, Europa!

En este cambio de era que estamos viviendo a nivel geopolítico, la Unión Europea no va a tener otro remedio que espabilar

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Luca de Meo abandona la presidencia de la patronal del automóvil europea

Luca De Meo

Luca De Meo / / Renault

«La escala (por tamaño) ya no importa, lo importante es la velocidad y la agilidad para adaptarse al nuevo escenario». Luca de Meo, consejero delegado de Renault, que ocupó el mismo cargo en Seat, pasa por ser uno de los ejecutivos más relevantes del sector automovilístico europeo. Se inventó la marca Cupra para transformar el negocio de la empresa española propiedad de Volkswagen y, durante el tiempo del 'procés', aun siendo italiano, asumió un papel relevante en defensa de los valores empresariales en Catalunya. Seat nunca cambió de sede ni se lo planteó, aunque presiones hubo. Estaban seguros, como tantas empresas que no se fugaron, que todo volvería a su cauce. Así ha sido, por cierto.

De Meo estaba hablando a un grupo de unas cuatrocientas personas en el foro del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que se celebró en Luxemburgo esta semana. Se refería a la evolución del sector del automóvil -donde el mantra había sido consolidar marcas y modelos-, pero a nadie se le escapaba que su mensaje servía para muchos sectores más. Tampoco descubrió el vino, aunque a veces es necesario recordar las teorías biológicas demostradas por Charles Darwin. Sobrevive quien se adapta mejor, no el de mayor tamaño. La historia empresarial está llena de analogías de dinosaurios corporativos que lideraban el mundo y hoy languidecen por errores popios y la incapacidad de adaptarse a la transformación del sector que representaban. Desde General Motors y General Electric en EEUU, hasta Nokia y Telefónica (vale un 80% menos en Bolsa que hace 18 años) en Europa.

De Meo generó el suspiro de la audiencia cuando dijo que en la reinvención del automóvil, donde el eléctrico acabará liderando completamente el mercado, los fabricantes chinos ya han ganado, que «hay que ser humilde y aprender a imitar a nuestros competidores». Puso como ejemplo que, a los chinos, les basta dos años para desarrollar un nuevo modelo. En Europa, en cambio, perseveramos y competimos en procrastinar y ralentizar los procesos hasta la extenuación. No solo para desarrollar un coche, también para diseñar un parque de juego para niños o mejorar el trazado de una carretera.

La pandemia enseñó que, cuando las circunstancias aprietan, la capacidad para actuar sin descanso para encontrar soluciones triunfa. Ocurrió con la investigación, el descubrimiento de las vacunas y los nuevos métodos que se utilizaron y que se están adaptando para actuar contra otras enfermedades. Cuando están en juego las vidas humanas, hasta los burócratas son capaces de acelerar su trabajo si existe la orden política y el control de gestión adecuado.

En este cambio de era que estamos viviendo a nivel geopolítico, la Unión Europea no va a tener otro remedio que espabilar. Las inversiones en Defensa son obligatorias, necesarias y perentorias (mal que les pese a los socios del Gobierno del PSOE), además de que pueden generar inesperados avances tecnológicos, tal como ocurrió en la Segunda Guerra Mundial. Hay que imprimir velocidad.

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