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Josep Cuní

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Periodista.

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Julián Casanova: Franco y la historia

El historiador deconstruye al falso héroe porque una persona que impone una paz incivil nunca puede ser un personaje heroico

Julián Casanova: "La ultraderecha ve a los dictadores fascistas como modernizadores"

El historiador y escritor Julián Casanova, este viernes en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.

El historiador y escritor Julián Casanova, este viernes en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Supongamos que Marx tenía razón y que la historia ocurre dos veces. Repasando la primera mitad del siglo XX aquella es la sufrida. La tragedia. Dejemos a un lado calamidades anteriores que ilustran la dura vida de nuestros ancestros desde el origen de los tiempos. La irrupción de las ideologías que perduran y los partidos políticos que las encarnaron apostando por la democracia y sus enemigos marcan un antes y un después. La sangre, el sudor y las lágrimas posteriores se siguen llorando en libros y documentales. El sacrificio que exigieron como parte ineludible de la frase de Churchill, casi nunca citada, marcó a fuego la memoria colectiva. Y cuando parecía que el mundo había aprendido la lección, que los gobiernos y las escuelas habían hecho su labor, que el recuerdo perduraba y se pintaba en las paredes, que el arte lo divulgaba y la huella del espanto avergonzaba a la descendencia de los verdugos, se dibuja la posible repetición. Ahora tocaría la farsa. Y en el imaginario, Donald Trump.

No es casualidad que la mayoría de los movimientos de extrema derecha mundial estén identificando al actual presidente de los Estados Unidos como su mesías. El hombre al que esperaban para unificar ideales dispersos y fomentar acciones concretas. Y ahí le tenemos. Su protagonismo desaforado, ritmo vertiginoso y actuación espasmódica le convierten en el permanente eje de casi todo lo que se mueve en el mundo. El capital que confrontó con él en su anterior mandato ahora se le ofrece, a los que ironizaron sobre su persona se les borró la sonrisa y, lo más sintomático, la mayoría de quienes en su país entonces levantaron la voz, ahora callan. No está claro que ante la afrenta la mejor actitud sea ignorarle y seguir con lo nuestro, como predica la filósofa Bonnie Honig, porque lo que Trump congrega es una acción que va mucho más allá de la nostalgia. Tiene que ver con la decepción, el cabreo y la voluntad extendida de recuperación del orden superado. Y encarna el liderazgo fuerte que añoran quienes entienden que un poco de autoritarismo tampoco es tan malo. Jóvenes en su mayoría, para quienes los hechos alternativos no son tan graves porque la manipulación de la historia tampoco es nueva. Franco ya lo hizo y le permitió sobrevivir cuarenta años. Lo explica muy bien Julián Casanova Ruiz (Valdealgorfa, Teruel, 1956)

Mantiene el catedrático en Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza que, puestos a confrontar hoy la propaganda de Goebbels con la desinformación de Elon Musk, probablemente ganaría el hombre más rico del mundo. Lo dice desde la autoridad que le confiere su defensa de la historia como pedagogía y la capacidad divulgativa con la que transmite su pasión, más allá de las aulas, a la ciudadanía en general, a través de los medios y las redes. Y es pensando en el público de hoy, en los jóvenes poco atentos al pasado, por lo que ha escrito la biografía de Franco.

En el libro, el historiador deconstruye al falso héroe porque una persona que impone una paz incivil nunca puede ser un personaje heroico. Y cual detective, investiga, busca y encuentra la huella del crimen. El Franco de Casanova es una vacuna contra el relativismo que hoy se aplica a las peores partes del ayer, apelando a las inciertamente buenas. Leyéndola uno entiende que, si no se repite, la historia a veces rima. Y hay quien se esfuerza para que así sea.   

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