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Opinión | Debate territorial
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Condonar resentimientos

Encuentro insana la falta de respeto a los acuerdos políticos legitimados por mayorías parlamentarias, mientras la derecha menos democrática se frota las manos

Las comunidades del PP abandonan la reunión con Hacienda en señal de rechazo a la quita de la deuda

El Gobierno acelerará la ley sobre la quita de la deuda con un trámite de urgencia

Montero acusa a los consejeros del PP de hacer "dejación de funciones" y de "deslealtad"

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No me gusta prácticamente nada de lo que veo en la política española en cuanto al debate territorial que supuestamente tiene que dar acomodo a la diversidad de sus pueblos. No me gusta que quiens presentan los proyectos de reforma, como ministras de Estado del ramo, sean a la vez candidatos para desbancar a los presidentes territoriales afectados por las medidas: Montero en Andalucía, Oscar López en Madrid y, próximamente, dos ministros por Aragón, Comunidad Valenciana y quién sabe en Canarias. La utilización como armas electorales desvirtúa de entrada la racionalidad de las propuestas. Encuentro inaceptable que la falta de cortesía personal sea tan grosera (caradura, cobarde, embustero); todo hacia el pedregal del peor trumpismo. Que nos den gato por liebre: ¿no habíamos quedado que la deuda ya era del Estado, por qué nos dicen ahora que libera crédito de las comunidades? Que aquel saco de todos los golpes sea de nuevo catalán, año tras año. Que nos quieran hacer ver que la alquimia de los botes (pongo por aquí, saco por allá, sumo una cifra por un indeterminado y pongo otra para que todo el mundo llegue a un tope...) tiene amparo académico y responde a planteamientos objetivos (incluyo aquí la famosa ‘población ajustada equivalente’). ‘Pasarse de listo’ no es ser listo (y resolver), sino ‘pasarse’ (y complicar, en lugar de solventar).

Me disgusta el lenguaje perdonavidas del Estado, que ‘auxilia, perdona, se muestra generoso’ con las comunidades que, en otros momentos, subyuga y asfixia si conviene. Que la democracia española no haya sido capaz de remitir un conflicto enquistado hacia un tercero que arbitre un conflicto al que, de lo contrario, no se le ve salida. Que instituciones de la sociedad civil (Fedea, Círculo de Empresarios), en lugar de ayudar a buscar una solución tensionen los argumentos con posicionamientos de parte. Que desde el sobiranismo se condicione el objetivo (la salida del régimen común) a otro objetivo ahora inabarcable (cerrar todo el déficit fiscal, todo el IRPF para el año próximo). Qué académicos ‘de bandera’ de cada comunidad representada no hayamos sabido encontrar la concordia, haciendo converger las posiciones de las partes. Y, en general, encuentro insana la falta de respeto a los acuerdos políticos legitimados por mayorías parlamentarias, mientras la derecha menos democrática se frota las manos. Por el bien de todos, y de los partidos nacionalistas españoles en particular, lo que hace falta ahora no es tanto condonar recursos como redimir antagonismos y perdonar ‘deudas’ de un pasado que no permite tener futuro.

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