Opinión | Cinco años de covid
Joan Guix

Joan Guix

Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.

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¿Lecciones aprendidas?

Estamos mejor de lo que estábamos en 2020. Se han hecho esfuerzos para mejorar nuestra capacidad de respuesta a previsibles nuevas pandemias, pero es insuficiente

Planta covid de un hospital de Barcelona en los más crudo de la pandemia.

Planta covid de un hospital de Barcelona en los más crudo de la pandemia. / Ferran Nadeu

La pandemia del covid-19 supuso un verdadero test de estrés para el sistema sanitario (más de 770 millones de casos y 7 millones de muertes documentadas en el mundo).

Los principales problemas detectados en la gestión de la crisis estuvieron relacionados con la inexistencia de vacunas y medicamentos, la escasez de medios (laboratorios preparados, tests, EPI, respiradores...) y de personal, la información, la comunicación, la coordinación, la carencia de liderazgos claros y la inexistencia de un marco legal que pudiera dar respuestas a las necesidades sin chocar con la justicia. En algunos lugares, como aquí y en otros países, la politización fue un gran problema.

Son numerosísimos los artículos que refieren “lecciones aprendidas después del covid”. Buscando en Google, en catalán, salen 9.960 entradas sobre el tema y en castellano, 189.000. Aun así, cinco años después del inicio de la pandemia, la pregunta clave es: ¿qué queda de aquello que supuestamente aprendimos?

Aquel empujón inicial se ha ido enfriando. Seguimos teniendo casos de covid, pero aquella sensación, real por otro lado, de peligro inminente, ya no está. Hay otras necesidades más perentorias.

Se habían pronosticado grandes cambios, no tan solo en el mundo de la sanidad, sino, incluso, económicos y sociales. Decíamos que la solidaridad se extendería en las comunidades; que las medidas de prevención, como el uso de mascarillas ante infecciones respiratorias o el evitar aglomeraciones, así como las vacunaciones, serían habituales. Decíamos que se reforzaría la salud pública y la atención primaria, que se mejoraría la coordinación con el sector residencial y sus estructuras y recursos humanos, tanto cuantitativamente como cualitativa. Decíamos que hacía falta constituir fondos financieros para tener capacidad de respuesta frente a las situaciones de emergencia y que mejoraríamos la coordinación y los liderazgos en todos los niveles. Decíamos que tendríamos una mejor comunicación, capaz de dar respuestas a la infodemia y a los brotes negacionistas. Decíamos que nos hacía falta un marco legislativo más claro, capaz de evitar las sentencias contradictorias o las declaraciones del Tribunal Constitucional, declarando ilegales los dos estados de alarma establecidos por el Gobierno central para parar la progresión de la pandemia. O las denuncias contra el personal sanitario, por decisiones específicamente sanitarias totalmente congruentes con la situación en la que nos encontrábamos. Decíamos......

Ciertamente, al menos en Catalunya, se han mejorado notablemente la vigilancia epidemiológica y los sistemas de información, cada vez más coordinados. Se ha incrementado, discretamente, el personal del servicios de salud pública, pero los recursos que invertimos todavía están bastante lejos de las necesidades, incluso para el día a día. La atención primaria, a pesar de los intentos de reforzar determinados ámbitos (psicólogos, dietistas, administrativos...), no sale de la crisis en la que ya lleva tiempo inmersa con una carencia crónica de personal facultativo y de enfermería. Y las vacunaciones, el gran éxito que nos hizo salir de la pandemia, están cayendo a niveles cada vez más bajos, no tan solo en cuanto al covid, sino en todas las vacunaciones.

¿Y el liderazgo y la coordinación? En Catalunya todavía no tenemos los estatutos de la Agència de Salut Pública y, a nivel central, la creación de una agencia estatal de salud pública no queda claro que pueda mejorar la coordinación. A nivel internacional, el follón de la administración Trump, con su salida anunciada de la OMS, que, sin duda, será seguida por otros acólitos, nos dejará sin el más importante referente sanitario mundial, pese a su crisis, y otros referentes como los CDC (centros de control de enfermedades) y FDA (agencia reguladora de alimentos y fármacos), en manos de un antivacunas como Robert F. Kennedy, deja a Europa prácticamente sola.

No quiero parecer negativo. Estamos mucho mejor de lo que estábamos hace cinco años. Se han hecho y se están haciendo esfuerzos para mejorar nuestra capacidad de respuesta a previsibles nuevas pandemias, pero es insuficiente. Hace falta un mayor compromiso, no tan solo por parte del sector sanitario sino del conjunto de las administraciones.

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