
Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

Gemma Martínez
Gemma MartínezDirectora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA
Periodista
Comprar las otras 160 'casas Orsola', ¿es eso?

Protesta vecinal convocada por el Sindicat de Llogateres frente a la Casa Orsola / ZOWY VOETEN
Barcelona presentará esta semana en Bruselas sus propuestas para facilitar el acceso a la vivienda, a la que vez que pedirá a la Unión Europea dinero para la construcción de nuevos hogares y competencias regulatorias para intervenir en el mercado. Lo hará junto a otras grandes ciudades gobernadas por partidos de izquierda, como París, Roma y Ámsterdam.
El alcalde Jaume Collboni hace bien en querer ‘vender’ sus planes en Europa -que ahora pasan por poner coto al alquiler de temporada- y en buscar fondos allí. Esta estrategia, además, le permite visibilizar que su mandato está centrado en la vivienda, a pesar de que sabe que carece de la mayoría necesaria para sacar adelante unos nuevos presupuestos o para adoptar medidas legislativas de calado.
Collboni, que quiere mandar mensajes simbólicos contra la especulación -como la desacertada compra de la casa Orsola-, se equivoca, en cambio, al politizar la vivienda y restringir sus alianzas a los partidos de la izquierda europea. Mas aun cuando él siempre ha defendido su vocación de lograr acuerdos amplios.
Aplicar soluciones reales para garantizar una Barcelona más justa y habitable es un objetivo muy loable, pero solo será posible con el consenso de todas las fuerzas políticas -inexistente por ahora- y con la colaboración público-privada. De lo contrario, será inviable desarrollar las políticas de oferta que permitan atender una insatisfecha demanda de hogares a precios acordes a los salarios actuales y a los nuevos hábitos sociales. Actuar únicamente sobre la oferta a través de la regulación podrá bajar los precios, pero no bastará para tener un parque de viviendas suficiente y a tiempo. Sobre todo, cuando la burocracia eterniza la materialización de unos planes políticos que nunca dan los frutos esperados, como muy bien dice Albert Sáez.
Agilizar el encuentro entre la oferta y la demanda es urgente, obliga a todos y requiere mucho más que mensajes simbólicos por parte de un Ayuntamiento que ni aunque quisiera podría comprar las otras 160 'casas Orsola" -bloques de edificios en el Eixample, que según los registros de los vecinos, han sido adquiridos por fondos de inversión para construir viviendas de lujo o fraccionar los pisos en habitaciones de alquiler-.
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