Opinión | Etapa inédita

Rafael Vilasanjuan

Europa, sé fuerte

El nuevo orden mundial no es solidario, es menos equitativo y lo manejarán las elites que más tienen, incluyendo las de países autocráticos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desciende del Air Force One al llegar a Florida.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desciende del Air Force One al llegar a Florida. / KEVIN LAMARQUE / REUTERS

¿Puede una simple llamada cambiar el curso de la historia? Igual que una guerra se inicia con solo lanzar un misil, el presidente Trump quiere acabar con ella a golpe de teléfono. Cuando se inició, Vladimir Putin aseguró que en 15 días tomaría Kiev, pero la semana que viene se cumplirán tres años.

Ahora es Trump quien lanza su ultimátum. Tal vez, como Putin, no haya medido del todo bien la fuerza que tiene para hacerlo. La oferta no puede ser peor. Conceder a Rusia el terreno ocupado, impedir a la OTAN que defienda el resto y evitar que Kiev entre en la órbita occidental. Tras la conversación, inmediatamente EE.UU lanzaba a sus peones a la conferencia de defensa en Múnich, donde el vicepresidente Vance argumentó que en Europa se está aniquilando la democracia y que algunos de sus gobiernos son autoritarios. Eso justo a unos días de que en Alemania haya elecciones generales con la sombra de la extrema derecha acechando.

Lo malo de Trump no es que diga lo que piensa, lo realmente malo es que a lo mejor hasta ha pensado lo que dice y, si fuera así, el ultimátum no es para Ucrania. Lo que ha cambiado en una llamada es el orden mundial y el futuro de Europa. Ya nos somos sus aliados, no le interesamos, a no ser que, como apoyan en Rumania o en Alemania, los candidatos que ganen sean o de extrema derecha o pro-rusos.

No sabemos los pormenores de la conversación entre Putin y Trump, pero el primero ha salido bien crecido, y Donald Trump ya apunta a recuperarlo para la próxima cumbre del G-7, como si no importaran los crímenes de guerra de los que ha sido acusado. ¿Un nuevo Yalta? Que nadie se engañe, la llamada ha acabado con el orden mundial. El que teníamos, disfuncional, seguía dando alguna estabilidad; el nuevo que propone Trump ahora se basa solo en los intereses propios, y no en el desarrollo global. No es solidario, es menos equitativo y lo manejarán las elites que más tienen, incluyendo las de países autocráticos. Un orden salvaje, para el que solo vale un mensaje angustiado: Europa, sé fuerte.

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