
Director de EL PERIÓDICO

Albert Sáez
Albert SáezDirector de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
El impacto de los cambios de hábitos en el mercado de la vivienda

La Casa Orsola, durante el primer intento fallido de desahucio. / JORDI OTIX
Los cambios sociales son mucho más complejos que montar un numerito cada noche en la Casa Blanca por mucho que llame la atención y escandalice a los primarios morales. A menudo, los más profundos resultan imperceptibles y se prolongan a lo largo del tiempo. Coincidiendo con la fiesta de San Valentín, Núria Marrón nos descubre un dato: solo el 37% de los llamados jóvenes adultos (entre 30 y 34 años) vive en pareja. En los años 70, superaban el 80%. Las causas del fenómeno son diversas: desde el retraso en la edad de emancipación (se emparejan más tarde) hasta lo que algunos investigadores sociales llaman el "heteropesimismo", el rechazo de las mujeres emancipadas hacia los hombres disponibles en el mercado del emparejamiento por sus formas anticuadas de ver la vida. Sea como fuere, quiere decir que la demanda de pisos para vivir en solitario ha pasado en esta franja de edad del 20% a más del 70%, es decir que en el 50% de los casos, donde se necesitaba un piso, ahora se necesitan dos para satisfacer la demanda y no son inmuebles de las mismas características.
Cuando los criptomarxistas analizan cualquier fenómeno social acostumbran a centrar su mirada, sesgada, en el comportamiento del capital, de los inversores para autocumplir su profecía de que es el origen de todos los males. Y algunos fondos especulativos o empresarios desaprensivos les dan la razón convirtiendo la excepción en norma. Pero lo cierto es que la inversión no hace otra cosa que analizar sin prejuicios el comportamiento de los individuos, casi siempre fuera del control social. Es evidente que en la evolución del precio de la vivienda pesan muchos factores: su valor como refugio de la inversión, la evolución de los tipos de interés pero, también, la ecuación entre la oferta y la demanda. El alquiler de la Casa Orsola sube porque un casero ha decidido cambiar el uso de sus viviendas. Y lo cambia porque crece la demanda de alquiler vacacional en una ciudad global. Pero, a la vez, crece la demanda de expats con alto poder adquisitivo y salarios globales que quieren vivir en el Eixample. Y crece la demanda también de los inquilinos locales, puesto que, como vemos en esta estadística, hay dos potenciales demandantes donde antes había uno. Y podrían ser tres si les sumanos a los que se divorcian. Y todos compiten por un piso dimensionado cuando se construyó para que vivieran tres generaciones bajo el mismo techo. La lentitud en la adaptación entre la oferta y la demanda crea una oportunidad para mejorar la rentabilidad. Pero es consecuencia del devenir social y no causa como se empeñan en demostrar los que llevan tres siglos sin conseguir validar ninguna de las hipótesis de su inspirador. Lo lamentable es que colapsan la opinión publicada y empujan a los políticos a comprar edificios que no deberían comprar o a presentar una y otra vez planes de vivienda que nunca dan los frutos esperados. Porque se alimentan de un análisis falaz.
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