Opinión | Mercado inmobiliario
Arquitectura de la segregación
Tras la propuesta de que los bloques de pisos con un 30% de viviendas sociales tengan dos puertas de acceso, el siguiente paso podrían ser las rutas de transporte diferenciadas, restaurantes para cada clase social o parques inaccesibles para quienes no puedan pagar por ellos
Los promotores plantean construir dos puertas en los edificios privados con el 30% de reserva social

Barcelona 07/02/2025 Reportaje para ilustrar tema de las visa golden. En la foto, promoción de viviendas de lujo en Rambla de Catalunya, 29 , con la mayorÃa de los pisos ya vendidos FotografÃa de Ferran Nadeu / Ferrán Nadeu
Se ha llegado a plantear que las promociones de vivienda privada que tengan que reservar un 30% de los pisos a alquiler social tengan dos puertas de acceso en función de la renta de los habitantes. La portería de los pudientes y la de los que no. Sería una especie de arquitectura de la segregación: vecinos que viven en el mismo edificio pero que, según el sector, no comparten portería ni zonas comunes. Ni siquiera se cruzan en el ascensor. Dos mundos paralelos en el mismo bloque. La vida como en las redes, algoritmatizada, cruzándose solo con la gente afín.
Llegados a este punto, el siguiente paso podría ser una segmentación total: rutas de transporte diferenciadas, restaurantes para cada clase social, parques inaccesibles para quienes no puedan pagar por ellos. Un urbanismo en el que nunca se cruce un ejecutivo financiero con el repartidor que le trae la cena, y viceversa. Claro está que eso ya pasa con la configuración de los barrios más ricos y más pobres, así que podríamos aplicar otras formas de segmentación urbanas más creativas: rutas de transporte según inclinación política, calles según compatibilidad musical o parques infantiles para tipos de crianza: áreas verdes segregadas para la crianza con apego, otra para los del método Estivill y otro insonorizado para los de la crianza libre. Una ciudad por la que moverse con la garantía de que uno solo se cruzará con personas patronizadas según su gusto particular y en la cual no se verían las desigualdades, que son feas. Hacer comunidad y tejido social para qué.
La segmentación social ya ocurre de forma espontánea: la ropa que vestimos, los lugares que frecuentamos, el coche que conducimos… Todo ello actúa como marcadores invisibles de clase. Pero cuando la desigualdad se amplía, la convivencia se deteriora y lo que hoy nos parece una exageración distópica puede convertirse en una realidad cotidiana. Las ciudades pueden ser espacios de encuentro o convertirse en laberintos de exclusión.
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