Opinión | En clave europea

Eliseo Oliveras

Trump descoloca a sus aliados europeos

Última hora de las decisiones de Donald Trump sobre aranceles y Elon Musk: impacto y reacciones

Trump y Zelenski

Trump y Zelenski / Europa Press/Contacto/Ukraine Pr

La Administración norteamericana de Donald Trump ha dejado totalmente descolocados a sus aliados de la Unión Europea (UE) y de la OTAN, tanto por el súbito anuncio de la apertura "inmediata" de negociaciones entre Estados Unidos y Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania como por el marco preestablecido para esas negociaciones: renuncia de Ucrania a ingresar en la OTAN y a recuperar sus fronteras anteriores a 2014 y exclusión de cualquier garantía futura de seguridad norteamericana. Los aliados europeos no cuentan para Trump, solo para realizar las tareas que se les encarguen. Tampoco era mucho mejor con la Administración de Joe Biden, pero era más disimulado y menos explícitamente humillante.

La larga conversación telefónica de Trump con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el marco negociador detallado previamente en la sede de la OTAN por el secretario de Defensa norteamericano, Pete Hegseth, son el fruto de semanas de discretas prenegociaciones a través de intermediarios entre la Casa Blanca y el Kremlin, que se ocultaron a los aliados europeos.

Frente a la expectativa europea de victoria ucraniana, Washington ha asumido la cruda realidad sobre el terreno: Kiev, pese a la ayuda militar y financiera occidental y a los errores y la limitada eficacia militar rusa, no puede derrotar a las fuerzas invasoras rusas por falta de tropas. Ucrania tiene cuatro veces menos población que Rusia, hay cerca de un millón de varones en edad militar que han abandonado Ucrania para no ir al frente, las deserciones se cifran en 100.000 y los reclutamientos forzados en plena calle no cubren las cuantiosas bajas acumuladas.

Una paz justa

Mientras Ucrania sigue a flote solo gracias a la ayuda financiera occidental, la economía rusa resiste mejor que la europea, pese a las sanciones, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Rusia ha mostrado que está dispuesta a ir a la guerra para impedir que Ucrania entre en la OTAN, mientras que ni los ciudadanos y ni los gobiernos de la OTAN van a ir a la guerra contra Rusia para que Kiev pueda ingresar en la Alianza Atlántica.

Tras una declaración institucional conjunta de Francia, Alemania, España, Italia, Polonia, Reino Unido, la Comisión Europea y Ucrania, reclamando "una paz justa" y la participación de Kiev y Europa en las negociaciones, Hegseth aseguró que Ucrania estará presente y que los aliados europeos "tendrán algún papel". Pero insistió en que será Trump quien lidere la negociación.

El papel reservado por EEUU a sus aliados europeos, según Hegseth, es aportar las futuras garantías de seguridad a Ucrania tras el fin de la guerra. Pero con la salvedad de que las tropas europeas desplegadas en una eventual fuerza de paz en territorio ucraniano no estarán cubiertas por la protección del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte y que un ataque contra las mismas no estará protegido por el compromiso de defensa mutua colectiva de la OTAN y de EEUU.

Aumento de gasto en defensa

El envío de tropas europeas a Ucrania para garantizar la paz sin cobertura de la OTAN puede resultar muy problemática, ya que los últimos sondeos del proatlantista Consejo Europeo de Relaciones Internacionales (ECFR) y del británico YouGov indican un rechazo ciudadano mayoritario en los países europeos al envío de soldados a Ucrania.

El otro papel que Washington reserva para sus aliados europeos es asumir totalmente la responsabilidad de la seguridad del territorio europeo de la OTAN en materia de fuerzas convencionales. Para ello, Hegseth repitió la exigencia de Trump de que el objetivo del gasto en defensa debe pasar del 2% al 5% del producto interior bruto (PIB), un porcentaje muy superior al 3,4% que destina Estados Unidos.

Hegseth citó a Polonia como ejemplo, ya que dedicará a defensa el 4,7% de su PIB en 2025. Pero ese porcentaje resulta inasumible para la mayoría de aliados europeos, ya que implicaría reasignar fondos muy elevados del gasto social, los servicios públicos y las inversiones en infraestructuras al presupuesto militar y no sería aceptado por los votantes, advierte un informe de la agencia de calificación Moody’s.

La masiva movilización en Bélgica de este 13 de febrero es un aviso sobre el rechazo ciudadano a los ajustes antisociales. Para España, que solo dedica a defensa el 1,28% del PIB, llegar al 5% implicaría dedicar otros 59.000 millones adicionales anuales, mientras que en Francia el gasto militar adicional anual ascendería a 83.000 millones; en Italia, a 75.000 millones; y en Alemania, a 121.000 millones.

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