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Evitar los errores del fútbol masculino

El fútbol femenino y el masculino deben someterse a las mismas garantías contra abusos y actos antideportivos

Mapi León responde a las acusaciones del Espanyol: "No vulneré la intimidad de mi compañera, es un simple lance del juego"

El caso Mapi León desvela la desorientación y la falta de soluciones en el fútbol femenino

El Espanyol denuncia un tocamiento de Mapi León a Daniela Caracas

El Espanyol denuncia un tocamiento de Mapi León a Daniela Caracas

En plena celebración del juicio al expresidente de la Federación Española de Fútbol por agresión sexual y coacciones contra Jennifer Hermoso, ha estallado otra polémica con una gran repercusión en la prensa y las redes sociales. No son, por supuesto, comparables. En el caso de Luis Rubiales se trata no solo de una acción llevada a cabo sin el consentimiento de la víctima, sino, como se ha podido ver en el juzgado, un conjunto de actuaciones continuadas que nos hablan de prepotencia institucional y de actitudes machistas, en un entorno patriarcal en el que el auge y los éxitos del fútbol femenino se han tratado con condescendencia, aprovechando la ola de reconocimiento mediático y popular. En el caso de Daniela Caracas y de Mapi León, se trata de la presunta acción improcedente que se produjo durante el derbi entre el Espanyol y el Barça durante un forcejeo en el que la segunda parece que toca la zona íntima de la primera de manera expresa. Para la jugadora del Barça, las imágenes se ciñen a lo que denomina «un simple lance del juego», mientras que en la versión del club blanquiazul se contemplan como una «vulneración de la intimidad» y «un acto que atenta contra la integridad de la futbolista».

No son casos comparables. Tanto por la dimensión del asunto como por las personas o estamentos implicados. En el primer caso, se trata de la punta del iceberg de un comportamiento altamente reprobable, penalmente perseguible, mientras que, en el segundo responde a una provocación puntual (como parece ser, según la retransmisión televisiva) que merece también reprobación, pero en el estricto terreno de las sanciones disciplinarias deportivas que deben erradicar de los campos y de las gradas actitudes antideportivas, las provocaciones y el juego sucio. 

La coincidencia en el tiempo de las dos noticias ha concedido una trascendencia tan inusual al rifirrafe entre Caracas y León que la propia presidenta de la LigaF ha pedido «no sacar de contexto». Por un lado, Mapi León se ha quejado de que la polémica «busca dañar» su imagen, consciente que es una de las futbolistas que más se ha enfrentado a la Federación en las reivindicaciones para conseguir que la selección fuera un «lugar seguro». Por otro, Daniela Caracas, más allá de la situación vivida en el campo ha sido víctima de un infame acoso posterior en las redes sociales.

El fútbol femenino ha experimentado un auge colosal en los últimos años, pero las condiciones laborales de las deportistas, a nivel profesional, tienen aún mucho que desear. Después de un período de protestas y huelgas, hace menos de un mes que se ha sellado el convenio colectivo que establece, por ejemplo, un aumento salarial, unas normas que protegen la maternidad o, aunque parezca mentira, el compromiso de la Liga de adquirir botas para las jugadoras sin patrocinio. Y, por supuesto, medidas de protección para víctimas de la violencia de género y la erradicación de comportamientos sexistas y el primer protocolo de prevención en casos de acoso. Los comportamientos incorrectos en el césped responden a otros parámetros, cercanos a las provocaciones inadmisibles que por desgracia ya conocemos en los futbolistas, algunos de ellos permanentemente bajo los focos e intocables. El fútbol femenino, para consolidar su apuesta, también debe tender a evitar los errores y las inercias del masculino, sometidos ambos a las mismas garantías, controles y exigencia.