Opinión | Diversidad en los Goya
Sergi Sol

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Periodista

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La España progre es mucha España

Lola Índigo canta durante la gala de los Premios Goya, en Granada.

Lola Índigo canta durante la gala de los Premios Goya, en Granada. / Álex Cámara. Europa Press

La España progre se dio cita en Granada en la tediosa velada de los Premios Goya. Una ceremonia que se alargó hasta cuatro horas sin contar la previa. Inevitable incomodarse en la butaca. Hasta el mejor espectáculo puede llegar a fatigar si no se le pone término. Las cifras de audiencia, eso sí, avalan el interés que suscita la gala del cine español, como ocurrió a lo largo del día en las calles de Granada. Infinidad de curiosos escudriñando los hoteles para alcanzar a ver al famoseo del celuloide. Ni que decir tiene que en esta ocasión, a sabiendas de la presencia del célebre Richard Gere, con más razón. Efectivamente, el galán por excelencia de Hollywood, incombustible, se instaló en Granada el fin de semana. Cuenta 75 primaveras y proyecta 30 menos con su actitud vital, resuelta.

En la gala se habló catalán como nunca. No por deseo de la organización sino porqué buena parte de los premiados que tomaron la palabra se expresaron en algún momento de su intervención en catalán. Eran catalanes y catalanohablantes. Ahí brilló con luz propia Marcel Barrena, que no es solo el director de ‘El 47’. Es también hijo de Torre Baró. No se cortó un pelo Barrena cuando reivindicó la lengua catalana como la suya, cuando citó ‘El 47’ como un homenaje, entre otras, a esa lengua que se habla a lo largo del Levante español. En reculada, eso sí. Pero muy viva aún. Pese a todo. Y, como siempre, sin formar parte del imaginario español que a la hora de la verdad no se reconoce a sí mismo como plural y diverso.

Ni en el ambiente hiperprogre de los Goya donde uno tras otro los premiados expresaban su solidaridad con los sintecho o con la inmigración. Lo que es compatible con una realización que ignora toda expresión en lengua catalana cuando concibe la gala. O en gallego. O en euskera. Para nada se contó con un grupo musical que cantara, por ejemplo, en catalán. Más de los mismos y vamos a por la 40 edición. O en cualquier otro idioma que no sea el castellano que queda claro que es el único idioma español. Y eso pese a un ambiente reinante que representaba lo más progre de España y en una coyuntura política que si algún sentido tiene es la pluralidad y el peso de la periferia que es lo que hace posible que Pedro Sánchez, presente en la sala, sea y siga siendo presidente de España. Ni por esas.

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