
Periodista y exdiputado en el Parlament

Joan López Alegre
Joan López AlegrePeriodista y exdiputado en el Parlament
Periodista y exdiputado en el Parlament
¿Sabemos qué pasa debajo de casa?
El bienestar de bajar a la calle y tener a dos pasos un 'pack' de yogures puede que esté impidiéndonos ver una historia más propia de Dickens. Para saber la verdad la Administración necesita, además de inspectores de comercios y de trabajo, asistentes sociales

Infracciones y explotación laboral en supermercados 24 horas. / MANU MITRU
Los colmados, que todos teníamos en la esquina de casa, fueron desapareciendo derrotados por las grandes superficies. Los bares, regentados por una familia, bajaron la persiana. Detrás de esa ola de cierres los barrios perdían vida y las calles se desertizaban. Para ir a comprar el pan o un 'pack' de aguas hacía falta coger el coche e irse a las afueras.
De repente, casi sin darnos cuenta, todo cambió: en las mejores esquinas y en las calles más céntricas empezaron a proliferar nuevos economatos, que además aprovechando la legislación comercial catalana, que otorga libertad horaria a los pequeños establecimientos, abren todos los días a todas horas. ¡Qué comodidad!
Mientras eso sucede los bares han dejado de cerrar para traspasarse. Pakistanís y chinos resuelven nuestras urgencias domésticas o el cortado de primera hora de la mañana. ¡Da igual que sea de madrugada o el día de Navidad! Las calles han ganado luz, pero hay muchos claroscuros.
El sistema de apertura por silencio administrativo positivo permite a estos locales abrir… y la inspección municipal vete a saber cuanto tardará en realizar la visita preceptiva. Sin duda muchos de estos negocios los regentan españoles con todos sus derechos. ¡Y qué más da si se llaman Mustafá o Wang!
Las dudas surgen cuando has acudido media docena de veces a estos locales. Te dices a ti mismo: "Esta gente está siempre aquí, comen detrás del mostrador, ven series de su país mientras te cobran, hablan con Karachi, Lahore o Chongqing. ¿No hay turnos de trabajo?". Y te respondes para tranquilizarte: "En realidad, tampoco tienen horario los autónomos que conozco".
Pero las dudas siguen ahí, los recién llegados a Barcelona en la segunda mitad del siglo XX, que ahora ha rememorado la premiada 'El 47', vivían en Torre Baró y cogían el célebre bus para ir a trabajar, no tenían locales en la calle Balmes ni colmados en la Gran Via.
En el pasado hubo denuncias sobre las condiciones laborales de los chinos que trabajaban en talleres textiles. Cuando los Mossos entraban y los veían durmiendo en el suelo, al lado de las 'overlocks', ellos decían que estaban ahí voluntariamente y pedían que les dejaran trabajar en paz.
¿Llegan legalmente a España las personas que en algunos casos sabemos que duermen en las trastiendas de los colmados? ¿Cobran por trabajar o pagan por sobrevivir? ¿De quién son los súpers 24 horas y de dónde sale el dinero para alquilar locales tan caros en medio de una burbuja inmobiliaria como en la que estamos inmersos? Si casi nunca hay nadie, ¿son rentables o alguien blanquea?
El bienestar de bajar a la calle y tener a dos pasos un 'pack' de yogures o un blíster de pavo puede que esté impidiéndonos ver una historia más propia de Dickens o de la serie 'Upstairs, downstairs'.
La Administración para saber la verdad no solo necesita inspectores de comercios y de trabajo, también asistentes sociales. Detrás de más de una puerta, al fondo de un súper, hay un mundo que no vemos… y que no queremos ver.
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