Opinión | Golpe a USAID
Rafael Vilasanjuan
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El final de la hegemonía

Una bandera de EEUU ondea junto a otra de USAID frente a la sede de la agencia de cooperación internacional de EEUU en Washington.

Una bandera de EEUU ondea junto a otra de USAID frente a la sede de la agencia de cooperación internacional de EEUU en Washington. / ANNABELLE GORDON / REUTERS

La decisión de EEUU de poner fin a los fondos para el desarrollo internacional puede parecer banal comparada con el resto de sus políticas del caos, pero las consecuencias no solo van a afectar a millones de personas cuya destino entre la vida y la muerte depende de una ayuda que jamás había respondido a políticas demócratas o republicanas, afectará también a la seguridad global, un sello de la presencia americana en el mundo

Asesorado por Elon Musk, que sabrá de negocios, pero no tiene ni idea de diplomacia internacional, Marco Rubio, el nuevo responsable de la política exterior americana ha suspendido todos los proyectos de la agencia de cooperación, USAID, de la que ya han borrado hasta su página web. Compuesta hasta hoy por algo más de 15.000 personas desplegadas por las escalas más calientes del planeta, solo va a mantener a 290 funcionarios, algo parecido a la cooperación de un país como Luxemburgo. 

Menos del 1% de todo el gasto del Gobierno estadounidense se dedicaba a cooperación. Entre otros, la ayuda beneficiaba hasta hoy a más de medio millón de menores con VIH, cuya vida depende de un tratamiento que ahora van a dejar de recibir. Esa es la parte más visible de la agencia americana de cooperación, pero hay otra que tal vez se desconozca y no es menor, la de ayudar a las comunidades a reconstruir espacios de seguridad en lugares donde han sido derrotadas milicias radicales, tiranías o autócratas. La cooperación nace de un impulso ético por no dejar a nadie atrás, pero su acción no acaba ahí, es la estrategia diplomática más poderosa para establecer relaciones con países y comunidades vulnerables en todo el mundo. Mientras la Casa Blanca anuncia el cierre de todos sus programas, China aplaude y su influencia en el mundo crece. La ayuda internacional era precisamente la estrategia que le diferenciaba de sus adversarios. Trump está dispuesto a romper con el mundo, el problema es que va a poner en riesgo su seguridad y puede ser el final de su hegemonía en la agenda global.

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