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Evitar la destrucción mutua asegurada

La UE aún no sabe si puede debatir con EEUU sobre sus balanzas comerciales o si Trump solo busca dividirla

Von der Leyen, sobre la amenaza de aranceles de Trump: "Cuando seamos el blanco, la UE responderá con firmeza"

18/12/2024 HANDOUT - 18 December 2024, France, Strasbourg: Ursula von der Leyen, President of the European Commission, speaks in the plenary chamber of the European Parliament. Photo: Alexis Haulot/European Parliament/dpa - ATTENTION: editorial use only and only if the credit mentioned above is referenced in full POLITICA INTERNACIONAL Alexis Haulot/European Parliamen / DPA

18/12/2024 HANDOUT - 18 December 2024, France, Strasbourg: Ursula von der Leyen, President of the European Commission, speaks in the plenary chamber of the European Parliament. Photo: Alexis Haulot/European Parliament/dpa - ATTENTION: editorial use only and only if the credit mentioned above is referenced in full POLITICA INTERNACIONAL Alexis Haulot/European Parliamen / DPA / Alexis Haulot/European Parliamen

La maquinaria comunitaria lleva semanas trabajando sobre el tipo de respuesta que la Unión Europea debe dar a la previsible imposición de aranceles de la nueva administración norteamericana. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ordenó preparar una batería de medidas destinadas a responder a los aranceles anunciados por el presidente Trump. Por lo que sabemos, se trata de una respuesta enérgica pero contenida, que busca defender las exportaciones europeas, evitando el peligro de lo que algunos economistas, parafraseando un concepto de la estrategia nuclear durante la guerra fría, llaman «el peligro de una destrucción mutua asegurada». Es decir, una guerra comercial que dañaría tanto a Estados Unidos como a los países de la UE.

El riesgo de una escalada arancelaria preocupa a todos. A los consumidores norteamericanos, que podrían sufrir un aumento de precios, teniendo en cuenta que muchas de las importaciones procedentes de Europa no son fácilmente sustituibles por productos fabricados en su país. También a los exportadores europeos, que venden mucho más en EEUU (555.000 millones de dólares) que lo que este país vende a Europa (352.000 millones). 

De mantener Trump sus amenazas, la guerra comercial podría provocar un repunte de la inflación, que chocaría con uno de los objetivos fundamentales proclamados por él durante su campaña electoral. En cuanto a Europa, algunos cálculos preliminares hablan de un impacto de entre el 1,5 y el 2% en el PIB, si los aranceles fueran del 15%. Algo particularmente grave cuando Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo, acaba de recordar que «para recuperar la economía europea, es importante relanzar la demanda externa». Los países industriales de la UE, como Alemania o Francia, sufrirían mucho más las consecuencias de una subida de aranceles que otros, como España, que se verían menos afectados (aunque sabemos, por lo ya ocurrió durante el primer mandato de Trump, que diversos sectores agrarios serían los que saldrían más perjudicados). 

La firmeza de la que ha hablado Von der Leyen es necesaria, pero debe ser comedida. Lo sucedido con México y Canadá demuestra que Trump utiliza los aranceles como amenaza para alcanzar otros objetivos. Conviene observar atentamente el despliegue de su política hacia la UE, ante de entrar al trapo. En abril, la nueva administración norteamericana publicará un informe sobre las «dependencias y vulnerabilidades comerciales». Entonces sabremos a qué atenernos. Si la posición norteamericana es razonable, puede conducir a un debate sobre el déficit comercial que padece EEUU. Si las medidas van en la línea de las declaraciones agresivas, despectivas y desestabilizadoras que Trump y Elon Musk han pronunciado sobre la UE, será más difícil el acuerdo. Lo sería aún más si, como sugieren algunos de los seguidores del presidente, este aplicara aranceles a la carta, en función de sus conocidas preferencias con países gobernados por la extrema derecha. El reto político, para Europa, es evitar que la respuesta a la nuevas política arancelaria norteamericana sea un factor más de división de la UE.